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Comerse a los hijos

Escrito por el 26 septiembre, 2018

Una nueva columna de Economía en Cartón; detrás del Humo del Choripan de Leo Fusero para El Bondi de la 88.


Con gran esfuerzo, el 29 de Agosto Macri logró hilvanar un discurso de menos de dos minutos que tenía como objetivo calmar al mercado, anunciando que  “ ..hemos acordado con el Fondo Monetario Internacional adelantar todos los fondos necesarios para garantizar el cumplimiento del programa financiero del año próximo”. No puede negarse que el uso descarado y sistemático de la mentira ha dado grandes frutos a la Alianza Cambiemos. Como muestra, logró que un completo inútil sea presidente de la Nación sin mayor plataforma que la mentira. Pero decir “ya hemos acordado” cuando ni siquiera se le había anoticiado al organismo internacional la intención del país de “adelatar los fondos” es otra cosa. Mentirle a la tía Olga es simple, a Christine Lagarde no tanto. 
La psícopatía es definida como el constructo clínico específico para definir a los individuos que, a causa de su carácter frío, manipulador e impulsivo, de su agresividad y de su violación persistente de las normas sociales, entran en conflicto permanente con su entorno social. Este trastorno antisocial de la personalidad tiene características que, según el Manual de Diagnóstico de Psiquiatría se resumen en individuos que no sienten culpa, solo los mueve su propio interés, pueden llegar a simular, “no a sentir”, amor, compasión, solidaridad, ternura, sentimientos de amistad sólo hasta conseguir sus objetivos, poseen capacidad de juicio conservada, saben la diferencia entre lo que está bien o mal pero no les importa, tienen ausencia total de remordimiento o culpa, ejercen manipulación ajena utilizando la mentira y el engaño como recurso, conllevan un estilo de vida parásito, presentan falta de objetivos realistas y de largo plazo. Un buen consejo para Lagarde sería que en vez de llevar técnicos en economía a las próximas reuniones con Macri, lleve psicólogos.
La Alianza Pro-psiquiátrica trabaja en la periferia del capitalismo global en función de las necesidades del centro. El centro, EE.UU., alcanzó un nuevo récord de su deuda pública, superando los 21 billones de dólares. Según el mismo Fondo Monetario Internacional que diagnostica a Mauricio, EE.UU. tendrá un déficit fiscal de 4% este año y un estimado del 5.2% el próximo, con una deuda de 80% del PBI escalando al 120% en cinco años. El porcentaje de endeudamiento y déficit fiscal es similar al argentino, pero allí no hay tormenta ni pasan cosas. La diferencia climatológica reside en que EEUU aún es capaz de seguir emitiendo deuda, porque el mundo se la compra. Su reciente guerra comercial puede cambiar el escenario. Rusia redujo sus tenencias de deuda americana en 84%. Si  China decide reducir, o incluso paralizar, sus compras de deuda estadounidense, su presidente de epidermis naranja tendría graves problemas, ya que China posee el 18,7% del total de deuda americana. En cualquier caso, lo previsible es el aumento de las tasas de interés globales, ya que el mundo sería “más riesgoso”. Utilizando el léxico oficial, eso haría que pasen “nuevas cosas”,  transformando la deuda externa argentina en absolutamente impagable. Incluso si todos los deseos del estadista de Tandil se cumplen, la estructura económica argentina queda muy resentida. El país necesita 6,5 años de exportaciones para pagar su deuda, suponiendo que no usa un solo dólar de las exportaciones para otra cosa, con una relación de intercambio que se deteriora. Por cada tonelada que exportamos recibimos 620 dólares, por tonelada que importamos 1.830. Al destruir la industria local se genera una dependencia al dólar negativa. Al tener que importar insumos por falta de abastecimiento local, por cada punto de crecimiento, la demanda de dólares se dispara tres veces. Crecer al 3% anual implica necesitar 9 veces más de dólares. Una deuda impagable, la caída en los términos de intercambio por el poco valor agregado de las exportaciones, la necesidad de importar para suplir la industria nacional arruinada,  obturan cualquier posibilidad de crecimiento real del país. Incluso creciendo, decrecemos.
Los grupos de poder local ya se han anoticiado de la amenaza. El CEO nacional no trabaja para ellos, trabaja para el imperio. Solo así se comprende como un Primus inter pares de la oligarquía argentina ataca su tribu. El nivel de financiarización de la economía mundial no tiene precedentes. Por cada dólar físico (real, en bienes) hay 13 dólares financieros, que buscan activos físicos donde recalar antes de que la crisis global estalle. La pulverización del valor de las empresas argentinas puede darles a esos dólares un lugar donde valorizarse. Quizás esta sea la ansiada lluvia de inversiones anunciada por el macrismo, que como en otras etapas de la historia argentina, ha tenido impacto negativo. Los dólares llegados en la dictadura fueron contabilizados en forma de deuda, condicionaron el gobierno de Alfonsín, gestaron 3000% de inflación y lo eyectaron del gobierno. La calamidad heredada habilitó la privatización de las empresas públicas durante el sultanato, proceso enajenante que no pudo ser resuelto por el kirchnerismo, y habilitó un nuevo ciclo de endeudamiento feroz semejante al de la dictadura, que podría llevar esta vez a la extranjerización de las empresas privadas, ayudando a los dólares financieros a transformarse en reales y afianzando el dominio de los EEUU sobre la economía nacional. El pato de la boda en este nuevo ciclo serán las empresas de la oligarquía que tanto ayudó al macrismo. Es la Vendetta del hijo del albañil.
La entropía está definida en la Segunda Ley de la Termodinámica. En lenguaje coloquial indica que la naturaleza impone una dirección en los procesos y la irreversibilidad de los mismos. Las cenizas de un cigarrillo no pueden armar un cigarrillo. Las brazas no pueden transformarse en leña. Una vez iniciada la transferencia sus consecuencias son irreversibles.  El Estado Argentino nunca pudo resolver la deuda de la dictadura, ni podrá recomprar las empresas públicas. Las privadas vendidas al extranjero no podrán volver a manos del capital nacional. Así, en círculos, un país llamado a ser potencia mundial se diluye en mísera colonia y se devora a sus hijos.

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