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El campo de batalla

Escrito por el 10 julio, 2018

La columna semanal de «Economía en Cartón: detrás del humo del choripan» con Leo Fusero para El Bondi de la 88.

El presupuesto total de Télam le insume al Estado Nacional 27 millones de dólares por año. Solo el viernes pasado, el casino que hace las veces de Banco Central se ruleteó 450 millones. En un día, la cueva financiera con aval Estatal perdió 16 años del presupuesto de Télam. Para darle marco local, en un solo día se fumaron dos años de presupuesto de La Plata. 
Echar a la mitad del plantel profesional de la agencia nacional de noticias implicó marchas de protesta multitudinarias en el centro de Buenos Aires, repudiables declaraciones de ministros y hasta el desacuerdo de los propagandistas oficiales del grupo Clarín. ¿Cuál es la lógica de tomar una medida que trae tanto costo político cuando el problema fiscal está en las finanzas públicas? Si hay que atacar el déficit fiscal, ¿no es mejor ver porqué se fuman en un día 16 años del presupuesto de Télam que echar trabajadores de la agencia? Sería un error pensar que la banda gobernante es necia o desconoce la cancha donde juegan. No hay error en esas decisiones. La cueva del central no se toca porque allí se están haciendo los negocios más fabulosos que estos CEO´s financieros jamás imaginaron. Pero además no se toca porque el votante promedio no entiende lo que allí sucede, con lo cual se afana sin peligro. Explicarle la fuga de capital es lo mismo que hablarle en polaco. Pero si se le dice que Télam era una “cueva de militantes K” y que la gestión anterior utilizó la agencia como “caja para chorear” todo se vuelve inteligible y transparente como el aire para una gran masa de la población argentina donde pivotea el sueño reeleccionista M. 
Ellos conocen bien la cancha porque ellos la construyeron. Saben que han colonizado las subjetividades de una amplia franja de la población, que en base a replicar la sociología de las clases dominantes les permite el latrocinio más grande y rápido de la historia nacional. Una enorme porción de la población sigue sugestionada al discurso de los grandes medios, que con malicia científicamente probada han tatuado en sus mentes que “se robaron todo” y que “no vuelven más”.  Ese es el campo de batalla donde se discutirá el futuro del proyecto M. No es entre los sectores politizados o en superestructuras partidarias. La guerra se pelea en cada una de las mentes de ese votante promedio que “no entiende de política” pero ama a Lanata. La cancha está inclinada, porque es mucho más difícil que una persona acepte que ha sido engañada que engañarla. Y el árbitro es Durán Barba.


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