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Aued y la importancia de los clubes de barrio

Escrito por el 16 noviembre, 2023

«Luli» Aued, jugador de Instituto, compartió una conmovedora historia personal que deja a las claras el rol que cumplen los clubes como Sociedades Civiles sin fines de lucro.

Aued
Luciano Aued, jugador de La Gloria (Foto Prensa Instituto)

En los últimos días, tras conocerse el proyecto del candidato a presidente de La Libertad Avanza, Javier Milei, que consta de la transformación de las instituciones deportivas para que se conviertan en Sociedades Anónimas, generó mucho revuelo a tal punto que, tanto clubes como deportistas, salieron al cruce y sentaron una postura clara en contra del proyecto.

Asimismo, clubes de primera división y del ascenso, publicaron comunicados oficiales que se encolumnaban detrás del objetivo de consolidarse y mantenerse como Sociedades Civiles sin fines de lucro, y por lo tanto, negarse a la idea de que estas se transformen en Sociedades Anónimas.

«Siguiendo el espíritu de nuestros fundadores, rechazamos a las sociedades anónimas en el fútbol argentino, como ratificó nuestra Asamblea en 2016 al constituirse la Superliga. El Club Atlético River Plate es una Asociación Civil sin fines de lucro, y siempre será de sus socios y socias«, publicó el club de Núñez.

Mientras que desde la Rivera también sostuvieron un mensaje en la misma línea: «Fiel a sus orígenes, respetuoso de los claros principios defendidos durante casi 120 años, Boca Juniors ratifica su carácter de Asociación Civil sin fines de lucro y la premisa de que nuestro club es de su gente».

Y agregaron de forma categórica: «Boca Juniors se manifiesta en contra de cualquier iniciativa que implique su privatización o venta«.

Otro en declararse en contra de las Sociedades Anónimas, fue Luciano «Luli» Aued, actual jugador y volante central de Instituto de Córdoba. Vale mencionar que, el oriundo de La Plata, siempre ha militado distintas causas sociales puesto que, su vida estuvo atravesa por la constante lucha de sus padres para poder progresar, y los clubes de barrio como Sociedades Civiles sin fines de lucro, han sido un bastión fundamental para su crecimiento y formación como deportista.

“Yo no sería nadie si los clubes no fueran de la gente”, comienza el escrito que publicó en sus redes sociales, y que al mismo tiempo tuvo un gran apoyo, tanto de colegas como de diferentes actores que se desempeñan en actividad vinculadas al deporte, o al fútbol para ser más precisos.

“Era un nene cuando empecé a jugar en Independiente de La Plata. Mi vieja, Lili, manejaba el buffet y, de paso, como no teníamos un mango en casa, aprovechábamos y comíamos ahí. A mi viejo, el Ruso, lo habían echado de YPF en cuanto la privatizaron. Armó una cooperativa con los compañeros. Probó con un remís. Después se subió al taxi y no se bajó más. Éramos cinco hermanos: nunca nos faltó la comida pero a veces apenas alcanzaba para que ellos picaran algo. Plena década del noventa: nos dolarizaban la vida a costa de no tener empleo”, arrancó Aued.

Y prosiguió: “Las Malvinas de La Plata queda en 140 y 528, en el barrio Las Quintas. Ahí jugaban también Marcos Rojo y Pablo Lugüercio. Me daban todas las tardes un alfajor y un jugo para merendar sin importar cuántos goles hiciera: comer es un derecho y más si sos un pibe. Pino Pietrosimone era el técnico y el presidente. Tenía una casa de deportes y, cuando se me dañaban los botines, me regalaba unos Fulvencito que la rompían. ¡Eso era la felicidad!».

En Gimnasia me becaban si viajábamos a algún torneo en el país. Salvo esa vez que vendí el pelo para juntar unos pesos, siempre precisé que me dieran botines, ropa y zapatillas. Cuando la cosa estaba especialmente brava, buscábamos una canasta con fideos, arroz, leche en polvo y puré de tomate. ¿Cómo no voy a estar eternamente agradecido?”, añadió Aued.

Luego, completó su mensaje: “Muchas veces pensé qué hubiera sido de mi vida sin los clubes de barrio, sin los clubes siendo asociaciones civiles sin fines de lucro. Siempre me respondo lo mismo: soy el resultado, como miles y miles de nenes y de nenas en este país, de esa solidaridad que nunca van a entender quienes creen que todo es un negocio. Por eso defiendo que nuestros clubes sigan siendo de nuestra gente. Por eso estoy convencido de que hay cosas a las que hay que decirles Nunca Más”.

Así, queda claro que los clubes de barrio como Sociedades Civiles sin fines de lucro, tienen una profunda incidencia en la vida de cada persona que integra esta sociedad, donde a su vez, históricamente han representado un lugar de cobijo para aquellos desplazados, un refugio para quienes eran víctimas de la última dictadura cívico militar allá por las décadas del 70 y 80.

Pensar las instituciones deportivas como Sociedades Anónimas, tal vez pueda significar el acabar con las pocas representaciones materiales que quedan de lo que alguna vez fue un intento desesperado por congregarse en algún sitio con al esperanza y el deseo de que, un mejor futuro era posible.


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