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Vacuna M

Escrito por el 22 mayo, 2018

La columna semanal de «Economía en Cartón: detrás del humo del choripan» con Leo Fusero para El Bondi de la 88. 


Los grupos antivacunas mundiales han conseguido el logro antisocial de la reaparición de enfermedades que se consideraban erradicadas en Europa.  Los casos se sarampión han aumentado un 400% solo en 2017 y un 1000% los de tétanos y difteria, consiguiendo la friolera de 30.000 casos por año de enfermos y más de 40 muertos.
Estos grupos creen que las vacunas son potencialmente dañinas. Se basan en el trabajo de Andrew Wakefield, publicado en 1998 en la revista científica The Lancet, que sugería una relación entre la administración de la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) y el desarrollo de autismo en niños a los que les había sido administrada.  Investigaciones posteriores demostraron que ese artículo era un fraude. El estudio, realizado solo con 12 niños, se había hecho sin la autorización del comité de ética del hospital, los padres de los niños habían sido reclutados por un abogado que preparaba una demanda contra los fabricantes de la vacuna y el propio Dr. Wakefield se había embolsado una cifra nada despreciable por este trabajo. También se mostró que existían discrepancias entre los datos publicados en el estudio de Wakefield y los datos registrados en las historias clínicas del hospital, y que se había sometido a los niños a procedimientos inaceptables desde el punto de vista ético. En febrero de 2010, la revista se retractó formalmente y anunció el retiro del estudio en cuestión porque había comprobado que varios elementos de este eran incorrectos y sus resultados habían sido manipulados. Poco después, el Consejo general médico del Reino Unido retiró su licencia profesional a Wakefield, pero el daño ya estaba hecho. Lejos de aplacarse, la prédica de los antivacunas ha llegado a estrellas de Hollywood y al mismísimo Donald Trump. Cerrados a toda evidencia científica, y hasta la de su propia experiencia individual, que indica claramente los amplísimos beneficios de los planes masivos de vacunación, los antivacunas siguen expandiéndose globalmente a una velocidad mayor o igual que las enfermedades que los preceden.
Algo similar sucede con los votantes macristas. Se les informó hasta el cansancio los peligros que una administración amarilla traía bajo el brazo. El solo hecho de que su candidato haya estado involucrado con todo lo nefasto de la moderna historia nacional, desde la última dictadura militar pasando por el menemismo, y que haya sido procesado por casi todos los artículos del código penal no impidió que lo voten. Al enunciarles las reales intenciones del Newman boy una vez tomado el poder, respondían que era solo ¨campaña del miedo¨. Dos años después, esa campaña del miedo se volvió constante realidad. Pérdida de derechos civiles y laborales, presos políticos, endeudamiento masivo, fiesta financiera, suba de las tarifas, caída del ingreso real, devaluación, quiebra de empresas y vuelta el FMI fueron algunos de los resultados de su elección en 2015. 
Ambos grupos comparten dos características. La primera, es que son conformados por personas educadas, con acceso a información, instrucción escolar y calidad de vida. Lo que se denomina clase media. Fueron ellos y no los consabidos pobres e ignorantes que votan alucinados por el humo de choripanes populistas los que pusieron en riesgo la salud en Europa y el futuro en las pampas. Esa evidencia debe dar por tierra de una vez por todas la perorata de la ignorancia como culpable del devenir lamentable del país. Son sectores cultos, con acceso a la tecnología y de buen pasar económico los que decidieron no vacunar a sus hijos en el norte o votar a Macri en el sur, no los pobres. La otra característica es su resistencia a reconocer su error. Wakefield en el norte es un perseguido por las multinacionales farmacéuticas y Macri en el sur está haciendo todo lo posible para resolver la catástrofe de la pesada herencia. Muy pocos aceptan que el médico inglés es un farsante y que su presidente un mero delincuente, por más que la evidencia sea abrumadora. Ahora que el amarillo comenzó a desteñir y el rey aparece desnudo, en el mejor de los casos, si son intelectualmente honestos, pedirán disculpas. Pero para ese momento ya estamos todos en riesgo o enfermos.


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