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“El Escudo es mi casa, supo darme techo y es de todes»

Escrito por el 31 enero, 2022

Lamentablemente para toda la comunidad artística-platense, tras 15 años de trabajo colectivo por parte de El Escudo, la Iglesia Evangélica Luterana Unida les revocó la posibilidad de continuar con su labor en el espacio que con mucho esfuerzo preservaron.

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El Escudo es una cooperativa de trabajo que se encuentra dirigida por cinco personas en total, las cuales se encargan de mantener el espacio en condiciones ya que por las dimensiones requiere de constantes arreglos edilicios. El grupo de tiene como integrantes a Agustina Fornari, actriz y estudiante de la escuela de teatro de La Plata; Lucía Durante, estudiante de Audiovisuales y plástica en la Universidad de La Plata; Lucía Yaryour, estudiante de Muralismo en la misma Universidad; Rodrigo Martínez Conte, quien estudia Audiovisuales en la UNLP (Universidad Nacional de La Plata) y Juliana Quiñones quien lleva adelante la Licenciatura en música con orientación en “dirección orquestal” en Bellas Artes.

Asimismo, si bien trabajan de manera conjunta también hay una amistad de por medio, puesto que una parte ya se conocía de antes y el resto pudo conocerse gracias a la unión de lo que significa tener un centro cultural. No obstante, si bien es cierto que son cinco en su totalidad, cabe resaltar que han trabajado con muchos talleristas y personas de diferentes grupos de teatro y ópera inclusive.

A principios de enero, el equipo puso en marcha el Taller de Improvisación Teatral (es una rama de las artes escénicas que consiste en crear ficción en el momento, sin previo consenso) orientado a profesionales con experiencia y que contaba con la  dirección de “Chapi» Barresi. Incluso a mediados de enero iba a arrancar un Taller de Plástica llamado “Manos a la obra» orientado a niños/as y que iba a tener como directora a Rocío Machado. Y en marzo, estaba planificado que comenzara el Taller de “Teatro Práctico”, que iba a estar dirigido hacia los adultos con experiencia y otro para las infancias. Pese a toda la organización nada de esto podrá llevarse adelante.

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El problema comenzó en enero de 2019, cuando personal de la IELU (Iglesia Evangélica Luterana Unida) les dijo que debían tomar el cuarto donde el grupo tenía las cosas de electrónica y sus equipos, con el argumento de que el espacio les pertenecía por lo cual podían utilizarlo a su plena predisposición. A partir de ese episodio, las vías de comunicación entre ambas partes no sólo se entorpecieron sino que también comenzaron a tratarlos de “ocupas”, al mismo tiempo que desvalorizaron su trabajo.

Durante el 2020 y con la cuarentena de por medio, se llegó a un acuerdo para que el espacio continuara funcionando e incluso durante ese contexto, miembros del grupo tomaron la posta y decidieron seguir con el mantenimiento del lugar, pintando las paredes y arreglando los problemas de humedad, entre otras tareas.

Y de un día para el otro llegó enero de 2021, periodo en que recibieron una carta por parte de la IELU, en la que les agradecían por tantos años de esfuerzo y entrega pero pese a ello les informaron que sus servicios ya no eran imprescindibles por lo que debían retirar todo en los próximos 15 días. Dicho documento activó una movida a través de redes sociales, con el fin de que la decisión diera marcha atrás (en ese momento, las autoridades de la IELU estaban de vacaciones por lo cual no iban a contestar una posible respuesta de El Escudo).

Finalmente, gracias a la presión social lograron que la disposición fuera anulada, pudiendo mantener su lugar. Luego del incidente, se encontraron con una de las autoridades como lo es Juan de Dios Miranda, gerente de la IELU, con la intención de acordar un trato que favoreciera a ambas partes. Asimismo, consiguieron seguir en el espacio, a la vez que les pidieron disculpas por lo sucedido y les dijeron que no volvería a ocurrir.

Sin embargo, en noviembre de ese mismo año, sin el consentimiento del grupo, les hicieron llegar un “acuerdo” en el que constaba que su actividad cesaba en enero de 2022, lo cual nunca fue hablado e incluso hubo cierta presión para que firmaran sosteniendo que solo se trataba de una cuestión legal y que iba a beneficiar sus tareas al darles un marco más legal. El documento no se firmó y cuando quisieron seguir con las consultas acerca del tema, los representantes de la IELU dejaron de contestar los mensajes.

En enero del corriente año, siendo que les habían jurado que la situación no volvería a repetirse, nuevamente les enviaron una carta en la que les informaron que tenían 15 días para retirar sus pertenencias y entregar la llave del lugar.

Los/as afectadas entienden que el problema surge a raíz del cambio de autoridades en la IELU, que desmerecen todo su trabajo y trayectoria. Y al no tener una orientación religiosa, sienten que eso también influyó en la toma de la resolución, puesto que no verían con buenos ojos que personas que no forman parte del sínodo estén trabajando el espacio de la manera en que lo hacen, algo que iría en contra del acuerdo que establecieron en 2021, donde dispusieron que tanto la iglesia como quienes conforman El Escudo puedan tener sus actividades, lo que permitiría el correcto funcionamiento del sitio y a la vez, poder generar un ingreso para el grupo de trabajo.

Por lo pronto, ahora el equipo entero debe finalizar con la mudanza ya que aún continúan alojando todas sus pertenencias en diferentes galpones y casas. El objetivo es poder volver a instaurarse, encontrar un nuevo espacio donde poder reagruparse y volver a dar paso a todos sus proyectos. Hasta el momento se desconoce si el sitio que abandonan por fuerzas mayores será utilizado para algún otro fin, dado que la IELU no se ha expresado acerca del tema, algo que desde el grupo de artistas entienden es una falta de respeto, debido a que los privaron del espacio sin siquiera tener un plan en el horizonte, lo que abriría la puerta de la especulación a si realmente se trató de un mero acto con la intención de demostrar quién tiene más poder.

Raíces Rock tuvo la oportunidad de dialogar con Agustina Fornari, encargada de las relaciones públicas en El Escudo, la oriunda de Gonnet se refirió a lo que para ella significó, significa y significará ese lugar en su vida, al tiempo que afirmó: “Para mí lo es todo. Es un gran símbolo de lo que representa pasar de ser una amateur, que recién se está integrando al mundo del arte a ser una profesional”. “El Escudo es mi casa, son mis amigues, es la historia que estaba antes de mi y que yo quería ayudar a construir para seguir brindando posibilidades a otras personas. Supo albergar a un montón de personas, y supo darme techo”, agregó la platense.

“Mucha gente está agradecida de que el espacio haya funcionado tanto tiempo y que siempre haya sido un lugar donde a toda hora podías caer y quedarte con nosotres, ya sea porque llovía o porque no tenías nada más para hacer, al final era un lugar que nos pertenecía a todes», añadió y puntualizó: “El Escudo irá donde estemos nosotres, donde la gente que lo transitó decida manifestar lo que fue para elles El Escudo».

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