Ratas
Escrito por nicohernandez el 28 junio, 2018
La columna semanal de «Economía en Cartón: detrás del humo del choripan» con Leo Fusero para El Bondi de la 88.
Un mes antes de asumir Macri la presidencia de la Nación, en la ciudad turca de Antalya, los líderes de las 20 economías más grandes del mundo emitían un comunicado con un párrafo especial en el cual se destacó la necesidad de implementar acciones colectivas ante los riesgos que representan los fondos buitres sobre los procesos de reestructuración de deudas soberanas. La lucha de la Argentina contra dichos fondos especulativos, denunciados ante la Corte de Justicia de Estados Unidos, la ONU y el G20 había dado sus frutos. Los países más importantes del mundo se pronunciaban contra las prácticas de los carroñeros de los pueblos. Dos años y medio después, el Banco Central de la Argentina nombra como vicepresidente a un hombre de los fondos buitres, Gustavo Cañonero. Socio de Franklin Templeton, fondo de inversión que junto a Blackrock salvaron del Superpartes de Lebacs a la administración macrista a un costo altísimo. Siendo bastante improbable que nuevos fondos amigos sigan comprando Lebacs, cerrado el financiamiento externo para pagar sus intereses y sin posibilidad de seguir estirando las tasas de interés al infinito, el nuevo directorio del Central tuvo una idea genial. Obligar a los Bancos a comprar nuevas deudas, y con ese dinero pagar las Lebacs.
Cuando alguien deposita $10 pesos en un Banco, el banco está obligado a guardar un porcentaje de ese dinero. A eso se le llama encaje. El Banco no puede darse vuelta y prestar esos mismos $10. A lo sumo puede prestar $7. Tener la diferencia ($3) inmovilizados es un costo para el Banco, porque le cobra intereses al que le prestó por $7 pero le paga intereses al que depositó por $10. El encaje es una medida de seguridad para el sistema financiero. La maravillosa idea del nuevo directorio del central es elevar esos encajes, pero permitirles a los bancos que no estén conformados por pesos constantes y sonantes, sino por bonos de deuda que el Estado les venderá. O sea, el encaje va a estar compuesto de pesos y nuevos bonos, o sea papeles, que se contabilizarán como pesos reales, aunque sean promesas de pago de un Estado quebrado. Con los pesos obtenidos por el Estado de esos encajes cambiados por papeles, el Banco Central va a recomprar o pagar intereses de Lebacs. En criollo, el Banco Central va a manotear los ahorros de la población para pagar la timba financiera creada por ellos mismos y de la cual son sus máximos beneficiarios. También es un negocio redondo para los Bancos que ven como por arte de magia transformarse un activo que les genera intereses lo que antes era un costo con sus depositantes. Si el Estado no llegase a pagar esas nuevas deudas, y el Banco entra en crisis, no importa. Ya está la experiencia del 2002, donde Duhalde devolvió papelitos devaluados a los que depositaron dólares, y por atrás compensó al sistema financiero. Con hambre voraz, y para salvarse (y maximizar), la administración Macri va por todo. Originarias de Asia, las ratas se han expandido a todo el mundo. El secreto de su expansión es que son omnívoras, es decir, comen de todo. El mismo comportamiento tienen los timberos nacionales.
A su vez, como condición del préstamo del FMI, el Banco Central va a dejar de financiar al Tesoro. Esto quiere decir que si el Estado no tiene dinero, el Central no se lo va a dar ni lo va a imprimir. Esa actitud de “independencia” es la que piden los timberos de las finanzas para garantizar que se les pagará sus apuestas. La independencia del Banco es del país, no del Ejecutivo. Actúa como un Banco Central extranjero en defensa de intereses foráneos. No hay dinero para el mejor hospital del país, El Cruce, al que se le recorta 40% el presupuesto. No hay obra pública ni cloacas ni agua potable. Mucho menos nuevas universidades. El dinero es solo para la timba.
Hace más de 40 años, José María Rosa declaraba que “…la dominación imperialista no es directa. No consiste en el apoderamiento de un territorio contra la voluntad de sus habitantes. Para que haya dominación imperialista es necesario que exista correlativamente una voluntad de coloniaje en la clase que detenta el gobierno del país dominado”. La frase recorre la historia argentina desde sus inicios. No por nada de los tres prohombres que más lucharon contra la dominación extranjera dos murieron en el exilio (Boulogne-sur-Mer y Southampton) y el tercero no lo hizo en Madrid por meses. A la voluntad de coloniaje como eje central de la historia Argentina hoy se suma que gobiernan ratas.