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Escrito por el 8 mayo, 2018

La columna semanal de «Economía en Cartón: detrás del humo del choripan» con Leo Fusero para El Bondi de la 88. 

Dos tesis funcionaron como forma de explicación de la suba del dólar de las últimas semanas. Una exógena, la suba de la tasa de interés en los Estados Unidos, que ya alcanzó el 3% anual, cuando por más de 10 años estuvo en cero. La otra, endógena, el déficit fiscal.
Para que una ley científica sea considerada verdadera debe cumplirse siempre. En física relativista, el postulado Uno indica que “las leyes del universo son las mismas sin que importe el marco de referencia inercial”. O sea, la ley física aplicada en un punto del universo es la misma que en cualquier otro. Los economistas que intentar salvar teóricamente el latrocinio macrista olvidan esta característica de todo pensamiento científico, y aplican “leyes” que se cumplen parcialmente, o dependiendo de quién las enuncie.
La primera tesis sobre la suba de la tasa de interés en EE.UU. como causa de la devaluación parecería ser cierta. Todos los países de la región devaluaron sus monedas.
Las devaluaciones los hacen más competitivos. Al no trasladarse a precios internos sus productos son más baratos en dólares y pueden competir de mejor manera. O sea, una devaluación no produce inflación. Esa es la ley económica científica que el CEO nacional y sus Harvard boys tienen en mente: la inflación es producto solo y exclusivamente de la emisión monetaria. Como el Estado gasta más de lo que recauda (déficit fiscal), esa dinero que le falta lo imprime, generando billetes sin respaldo que presionan sobre los precios. No existe en el universo intelectual del macrismo otra causa para la inflación que el déficit fiscal y la consecuente emisión monetaria. Lo que no se anuncia es que, en Argentina, al trasladarse a precios, las devaluaciones empeoran la inflación. Tampoco pueden justificar como en períodos históricos de cero emisión monetaria, por ejemplo en la última dictadura cuando la casa de la moneda estaba literalmente cerrada, la inflación llegó al 249,7% por año
El mismo dilema se les presenta al  intentar justificar que el problema de fondo sea el déficit fiscal. Según el Banco Mundial,  31 de los 32 países de la región tienen déficit fiscal. Siguiendo la ley económica, al tener déficit fiscal, tendrían que tener alta inflación. Brasil tiene 8.2 % de déficit fiscal con inflación del 2,95%. Bolivia tiene 6.5% de déficit fiscal con inflación del 2.7%. Dentro de la lógica macrista, si tienen déficit fiscal y no tienen inflación, es porque se deben estar endeudando. Pero la deuda pública de ambos países como porcentaje de su PBI se mantiene estable o bajó en los últimos  años. En Argentina, con 7% de déficit fiscal y 25% de inflación, la deuda aumentó. Por más que la evidencia les demuestre que su ley científica no se comprueba en la realidad, siguen machacando el discurso de la austeridad y baja del déficit fiscal como “única” salida científicamente comprobable al problema de la inflación. En su caso, el postulado relativista sería tan serio como indicar “las leyes de la economía dependen del barrio donde se las practiquen.”
En el Correcaminos, el Coyote utilizaba toda su inteligencia para cazar a la huidiza ave. Armado de todas las tecnologías marca “ACME”, intentaba infructuosamente dar con su presa, lo que nunca conseguía independientemente del esfuerzo y los recursos que utilizara. La canción que abría el programa rezaba “pobre Coyote, ya no sabe más que hacer”. Un buen consejo para el Coyote sería indicarle que abandone la caza del correcaminos y se dedique a atrapar otro animal, que podrá darle el sustento que busca sin gastan tantos recursos. Mismo consejo sería de aplicar a quienes hoy manejan la política económica. Dejar sus leyes “científicas” que a todas vistas no funcionan, y cambiar de estrategia. Salvo que la inflación, la transferencia de recursos de los asalariados a los sectores concentrados y el endeudamiento excesivo sean resultados buscados y deseados del modelo. En criollo, sean generados a propósito.


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