¿ELIGIMOS LO QUE COMEMOS? NOS PREGUNTAMOS EN LA NUEVA COLUMNA DE EL OESTE DEPIERTA
Escrito por Luz Lorenzo el 1 abril, 2023
El Oeste Despierta tiene una nueva propuesta para los miércoles, una columna sobre nutrición a cargo de los especialistas Juan Riquelme y Julieta Flores, donde reflexionaremos sobre nuestra alimentación y, en esta oportunidad, en por qué comemos lo que comemos.
En su cuarta temporada, El Oeste Despierta de Raíces Rock estrena la columna nutricional realizada por el dueto Juan Riquelme, Licenciado en Nutrición, y Julieta Flores, estudiante de la Licenciatura en Nutrición y consejera estudiantil, quienes deciden nombrar a esta primera edición “Más allá de la alimentación” en donde se revierten algunos conceptos y se hecha luz sobre aquellos factores que influyen en lo que comemos.
Así Juan propone ahondar en el concepto clásico de la salud, entendida como un estado de completo bienestar físico, mental y social, una definición un poco dura, teniendo en cuenta que es difícil alcanzar ese bienestar pleno en todas las áreas, y es por esto que nuestro columnista considera que a “la salud hay que entenderla como un proceso y una constante lucha contra las adversidades que se nos van presentando”.
El nutricionista es un especialista en un área de la salud, pero Juan Riquelme remarca que además, es un educador de la salud, una especie de docente que, muchas veces, lucha con la educación tradicional y las conductas alimentarias que promueve.
En esto sentido expresa que la familia es un componente importante, en aquello que elegimos comer intervienen una multiplicidad de factores: sociales, políticos, ambientales, económicos.
La institución escolar es un claro ejemplo, donde pueden existir restricciones sobre lo que se puede ofrecer dentro del establecimiento o “en donde se puede vender prácticamente de todo y existe un conjunto de productos que son ricos en grasa, ricos en azúcar y que obviamente generan un estímulo mucho más fuerte en un pequeño y que genera un hábito y una dependencia a futuro”.
Pero a nivel macro el sistema se escurre también en nuestra dieta, en todo aquellos que comemos. Juan nos habla de la economía como un factor clave, y nos pone de ejemplo al neoliberalismo:
“El libre mercado permite, hasta cierto punto, tener mayor acceso a muchos productos que vienen desde afuera, pero también merma la producción interna. Al mermar la producción interna, puede incluso bajar la calidad del producto, porque lo que viene desde afuera normalmente es un alimento ultra procesado. Se pierde esa agricultura, ese mercado a pequeña escala, en donde los productos eran orgánicos, más saludables, en donde había mayor acceso”
En este sentido el Licenciado en Nutrición también reflexiona sobre el destino de América Latina en materia alimentaria. Siendo que históricamente, desde su sobreexplotación en manos de los colonizadores, Latinoamérica ha estado al servicio de Europa y de Estados Unidos y son sus necesidades las que han marcado ciertos tipo de producción en esta región, careciendo siempre de soberanía alimentaria y concluye diciendo que “influye muchísimo ese modelo político o económico en la producción y, finalmente, en la calidad de la alimentación de las personas”.
Nuestra otra columnista, Julieta Flores, menciona como otro factor muy importante y de gran influencia al marketing. Es por esto que abre comillas cuando se refiere a nuestras “elecciones” alimentarias y pone el ejemplo de la asociación que suele hacerse desde el marketing entre la comida y la diversión.
“Si tomarte una gaseosa va a ser más divertido que un agua, nos vamos alejando de esa satisfacción que nos puede llegar a dar a tomar agua cuando tenemos sed, por estas asociaciones que vamos generando a medida que vemos la publicidad”.
Finalmente, Juan menciona cómo la industria alimentaria no sólo se vale de la publicidad para generar un mayor consumo de los productos sino también de factores biológicos.
“El azúcar y la grasa son dos elementos que el cerebro los interpreta casi de la misma forma que algunas drogas duras, como puede ser la cocaína, entonces se genera la misma sensación de placer y bienestar, y por lo tanto, también se genera cierto grado de dependencia. Entonces, consciente de esto es que la industria alimentaria, en general, abusa de esta sustancia para justamente generar cierto grado de dependencia”.
Al cierre de esta primer columna Juan ofrece una respuesta sobre cómo trabajar para lograr una alimentación saludable a la que todos puedan acceder:
“Para mí lo central es la educación, la educación no como algo agresivo sino como un recurso, una herramienta, que en la medida de que se entregue de forma muy reiterativa, de forma amorosa, es que cobra todo sentido. Uno educa porque desea el bien, un bien mayor y ese bien puede ser a nivel de la consulta, puede ser a nivel de un núcleo familiar, o puede ser a nivel incluso nacional, comunitario, mundial ¿por qué no?”