Etchecolatz: «Yo no maté a nadie, yo solo batí en combate»
Escrito por Mayra Ravainera el 3 noviembre, 2020
Fue una de las declaraciones del genocida Miguel Etchecolatz durante la segunda audiencia del juicio por los crímenes en los centros clandestinos de detención conocidos como el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y “el Infierno”. Se juzgan a 18 a represores por más de 400 víctimas.
Finalmente, luego de años de espera, el 27 de octubre comenzó el juicio por los hechos ocurridos en los centros clandestinos de Banfield, Quilmes y Lanús, durante la última dictadura militar por parte de las fuerzas armadas y la policía bonaerense.
Durante la primera audiencia, el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, integrado por los jueces Ricardo Basílico, Walter Venditti y Esteban Carlos Rodríguez Eggers, dio inicio de manera virtual a un nuevo y emblemático juicio por crímenes de lesa humanidad, en el que se leyó el temario del mismo que se llevará adelante en cuatro instancias.
Hoy se llevó a cabo la segunda audiencia en donde se tomó declaración a indagatoria a los imputados por los hechos perpetrados en los centros, la cual se transmitió a través de canales de youtube de medios de comunicación y organismos de Derechos Humanos.
Los imputados son 18: Emilio Alberto Herrero Anzorena, Roberto Armando Balmaceda, Jaime Lamont Smart, Carlos María Romero Pavón, Jorge Antonio Bergés, Guillermo Alberto Domínguez Matheu, Carlos Gustavo Fontana, Antonio Herminio Simón, Juan Miguel Wolk, Enrique Augusto Barre, Alberto Julio Candioti, Federico Minicucci, Jorge Héctor Di Pasquale, Miguel Osvaldo Etchecolatz, Carlos del Señor Hidalgo Garzón, Eduardo Samuel De Lío, Ricardo Armando Fernández y Miguel Ángel Ferreyro.
Varios de los mencionados ya cumplen condenas por otras causas de lesa humanidad. Sin embargo, solo dos efectúan su pena en una cárcel común: Miguel Etchecolatz y Jorge Di Pasquale. Al resto se le ha concedido la prisión domiciliaria.
Al respecto, la querella ha cuestionado esta concesión, ya que muchos de los represores están en perfectas condiciones para transitar su condena en una cárcel común, como se pudo distinguir durante las transmisiones en vivo de las audiencias.
Asimismo, los organismos de DD.HH, sobrevivientes, testigos y víctimas de la última dictadura se preguntan cuál es la causa de que el poder judicial decida que los genocidas estén pasando los días en sus casas y no en el lugar que corresponde.
DECLARACIONES CON GUSTO A POCO
Casualmente (o no), solo dos imputados decidieron prestar declaración en la jornada de hoy durante el juicio llevado adelante de manera virtual: Etchecolatz y Di Pasquale, los únicos genocidas que permanecen alojados en la misma unidad penitenciaria.
Si bien el genocida Etchecolatz prestó declaración, lo hizo de manera parcial, como suele hacer en todas las causas: no decidió responder ninguna pregunta del tribunal. Solo se abstuvo a hacer una serie de exposiciones.
«Es mucho lo que tengo que decir, pero no lo puedo hacer ante ustedes, porque voy a convalidar que estoy transgrediendo a la Constitución y a la patria. Este no es el canal para decir lo que yo tengo que decir. A mi me tiene que juzgar un tribunal militar», fue uno de los dichos de Etchecolatz.
Asimismo, el ex jefe de investigaciones de la Bonaerense, declaró que «hay una necesidad única que es el deseo de venganza, no hay necesidad de los tribunales de investigar a fondo lo sucedido, solo quieren condenar. Ustedes procésenme, ya no me lastima, no siento dolor, siento tristeza por cómo se maneja la justicia en la Argentina».
«»Usted mató” me dicen siempre, yo no maté, yo batí en combate. Yo respondí a la agresión con el personal que tenía, que murieron muchos nuestros y de esos pobres jóvenes equivocados o mal orientados», concluyó Miguel Etchecolatz, quien fue el primero en prestar declaración durante la audiencia.
LO QUE DEJÓ LA AUDIENCIA
Al finalizar la audiencia, en diálogo con radio La Retaguardia -medio que se encargó de transmitir la audiencia-, una de las abogadas querellantes de la causa, (y quien fuera parte de la querella de Jorge Julio López), Guadalupe Godoy, habló sobre la escueta declaración de Miguel Etchecolatz: «Ya no usa ni papeles de machete porque dice lo de siempre. Propuso cerrar la grieta incluso, pero después no dijo nada nuevo».
En tanto, el genocida Jorge Di Pasquale, integrante del Destacamento de Inteligencia, realizó una -corta- declaración, donde aseguró que respondería preguntas del Tribunal y de la querella, pero no fue así cuando una de las abogadas lo indagó. Decidió finalizar su declaración sin responder y retirarse del recinto donde se encontraba junto a Etchecolatz.
«En nuestra experiencia nunca hemos sacado nada de las indagatorias, no tiene mucho sentido hacerle preguntas a los imputados porque se niegan a responder o mienten porque primero declaran una cosa y en otra audiencia otra», expresó Godoy.
En cuanto a la nueva modalidad de los juicios, por el contexto ya conocido, la abogada querellante explicó que «el Zoom nos permite ver de primera mano los criterios con los cuales el poder judicial otorga prisiones domiciliarias. Se pueden ver de cerca y a uno por uno las caras de los genocidas», que inentendiblemente están en sus casas cumpliendo penas gravísimas.
LA VOZ DE LAS SOBREVIVIENTES
Por otra parte, durante las próximas audiencias, se podrá visualizar por segunda vez, lo que la abogada llama «testimonio por exhibición»: Los testimonios de las detenidas-desaparecidas y testigos en los juicios de lesa humanidad Nilda Eloy, Adriana Calvo y María Cristina Gioglio se escucharan la semana en la tercera audiencia del juicio.
Los testimonios de las sobrevivientes -quienes ya fallecieron hace algunos años- de los centros clandestinos que funcionaron en las Brigadas de Investigaciones de Banfield, Quilmes y Lanús, se reproducirán en vídeo al comienzo del juicio; declaraciones que corresponden a juicios de lesa anteriores.
«Estas mujeres fueron pilares fundamentales para el proceso de justicia y estas causas que llegaron a juicio, fueron un sostén en esta lucha», aseguró la abogada querellante Guadalupe Godoy.
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