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En la rodada

Escrito por el 15 mayo, 2020

Por: Leo Fusero

Hasta hace solo dos meses, el desempleo en Estados Unidos era el más bajo en cincuenta años. Solo el 3,7%, una marca que dejaba al país a un tranco del pleno empleo. Coronovirus mediante el desempleo llegó al 14,7 %, la marca más alta desde el colapso mundial del año 30. Para latinos y negros alcanza el 17,4 %. En una país donde los derechos laborales son prácticamente inexistentes y es más simple despedir un trabajador que comprar una hamburguesa desde el auto, veinte millones de personas perdieron el trabajo solo en abril.

El golpe a la estructura económica no se siente solo de este lado del Atlántico. El Banco de Inglaterra anunció que la recesión que espera es la mayor en 300 años y el ministro de economía alemán declaro que inyectarían fondos a su economía “con una bazuca”, olvidando el lema de austeridad fiscal que impuso al resto de Europa pero que no aplica en su propio país, sin molestarse en enunciar como un problema que la mitad de los alemanes tienen menos de 3% de la riqueza total del país.

El FMI recibió solicitud de ayuda financiera de más de 150 países solo el mes pasado. Pero no todos pierden, ya que los grupos concentrados están obteniendo los mayores ingresos de su historia gracias a un virus global capaz de forzar el encierro de todo el planeta. Las grandes empresas tecnológicas (Apple, Microsoft, Amazon, Google y Facebook) vieron crecer su cotización conjunta en unos 750 mil millones de dólares desde la última semana de marzo a fines de abril. O sea, ganaron casi dos PBI de la Argentina en 40 días. Solo 93.000 personas tienen un tercio de la riqueza mundial escondida en paraísos fiscales, a salvo de todo impuesto.

En Argentina, la pobreza estimada calculando solo el impacto de las dos primeras semanas de cuarentena es de un escalofriante 44%. Los créditos para pagar salarios, a las Pymes, no se los entregan. Con más de medio millón de cheques rechazados solo en abril, y con la cadena de pagos rota, si una pequeña empresa tiene solo dos cheques rechazados, no le otorgan el préstamo. Pero si lo han recibido los principales empresarios del país, entre ellos el Grupo Clarín. El Estado pagó más de dos millones de salarios, la mayoría a trabajadores de grandes empresas, mientras los dueños, como Héctor Magnetto, el presidente de Techint, Paolo Rocca, el titular de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, Luis Pagani, de Arcor, y la Sociedad Rural, pidieron al gobierno de Alberto Fernández que se sigan “tomando las medidas económicas, financieras, crediticias e impositivas que aseguren el pago de los salarios” de las empresas privadas, al tiempo que, desde sus roles de megamillonarios en dólares, se manifestaron en contra del impuesto a las grandes riquezas.

El sainete económico es mayor si se sabe que al mismo tiempo que el Estado pagaba el 50% de los sueldos, Clarín repartió  800 millones de pesos entre sus accionistas. La suma equivale a 12 millones de dólares, que los dueños de Clarín se repartieron la misma semana en que comunicaron a sus  trabajadores que la parte de sus sueldos que aún debe pagar el grupo lo recibirán en dos pagos. A esto hay que sumarle los 300 millones de dólares que repartieron de las ganancias de Telecom, cuya controlante es Cablevisión Holding. Las empresas eléctricas, en el primer trimestre 2020, con tarifas congeladas por la pandemia, ganaron 300% más que en el mismo período del año anterior.

El mecanismo fue simple: la falta de aumentos en las tarifas fue compensada con una baja de las inversiones en mantenimiento, logrando de esa forma aumentar las ganancias a costa de la calidad del servicio. En la misma sintonía, los bancos usaron la plata del Ingreso Familiar de Emergencia para cancelar pagos de tarjetas o deudas de la persona que recibía ese dinero. Si el cliente tenía alguna deuda con el banco, al depositarle el IFE el banco le retenía el importe de la deuda, con lo que la medida terminó ayudando a limpiar los balances de los bancos, permitiéndoles cobrar todas sus deudas, y no para dar de comer a millones de personas imposibilitadas de trabajar.

La falacia del fin de la grieta y la hermandad entre argentinos que aplauden puntualmente todas las noches el esfuerzo de trabajadores de la salud mal pagos explotó por al aire apenas la corporación política amenazó con querer cobrar un impuesto excepcional del 1% a los doce mil mega ricos del país. El tibio amague de querer cobrar un mísero 1% de la riqueza declarada, sin tocar ni investigar los millones que estos personajes han evadido y fugado del país es un paso de comedia, en un teatro de tragedia. Cuando el país más necesita de fondos para atender las necesidades de nuestros compatriotas, empieza a quedar bien en claro quién paga esta crisis.

El nuevo desafío introducido por el parate económico mundial, junto con el cambio climático y la crisis medioambiental han puesto el foco en la necesidad de cambiar el sistema económico. Ir hacia una mayor justicia tributaria y fiscal, impuestos permanente al latifundio, salarios universales destinados a solventar las necesidades de los sectores populares, inyección de fondos en vivienda, salud y educación pública, son solo algunas de las medidas mínimas y necesarias si queremos dejar de caer, como el tango, cuesta abajo en la rodada.

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