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Sobre lo pedorro

Escrito por el 8 mayo, 2020

Por: Leo Fusero

Néstor Kirchner acuñó una frase antológica para explicar el comportamiento de los gobiernos: son fuertes con los débiles, y débiles con los fuertes. Sería una pesadilla para el finado si viera como un gobierno que dice levantar sus banderas y trabajar bajo su influjo se hinca de rodillas ante medios de comunicación, bancos y empresas de servicios, mientras castiga con fuerza a los sectores pobres, marginales e incluso a los privados de su libertad.

Arriba de todo, en el podio de los intocables, el primer puesto lo  ocupan sin dudas los Bancos. Ganan siempre. Con recesión, como en el 2019, cuando el PBI de la Argentina cayó un 2,2%, los cincuenta bancos privados autorizados una utilidad neta de $ 314.044 millones, un aumento de un 51 % interanual. Mientras la banca pública ganó el 1,8% sobre su patrimonio, los cincuenta bancos privados en conjunto obtuvieron una ganancia sobre su patrimonio del 65,36%. Ya en pandemia, los bancos le torcieron el brazo al Gobierno cuando pisaron los créditos que les exigían otorgar para ir al salvataje de empresas, presuntamente en crisis. No solo eso. Usaron el dinero que les prestaba gratis el Estado para timbrar con el dólar paralelo y llevarlo de 80 a 120 pesos en menos de un mes. En Argentina, el crédito al sector privado es el menor en 70 años, apenas el 8% del PIB, por debajo de países como Haití. Los Bancos tienen ganancias intocables, son agentes de fuga de capitales, no cumplen el rol para el que formalmente existen que es el de canalizar el crédito; se autorregulan por una ley de Martínez de Hoz, tienen un poder que puede destruir economías enteras y encima cobran comisiones por todo. Nunca más claro que robar un banco es un delito, pero más delito es fundarlo.

En el otro sector de los intocables están las empresas privadas de gran envergadura. El DNU 329/20 firmado por Fernández indicaba que durante la cuarentena obligatoria estaba prohibido despedir sin justa causa y por las causales de falta o disminución de trabajo y fuerza mayor. Su Ministro de Trabajo recordó que tampoco se podía reducir salarios. Pero el decreto tenía un Lado B: lo que se prohíbe explícitamente es el despido unilateral, pero sí se admiten negociaciones en que haya una baja de sueldo ligada a la suspensión de tareas. Ese salvoconducto generó una ola de despidos y el recorte de jornadas dispuestos en forma unilateral por miles de empresas, la primera el grupo Techint, a la que el mismo presidente calificó de miserbles, pero a los tres días su Ministro refrendó el acuerdo de despidos de la empresa con el sindicato. Rápidamente se le sumaron la electrónica Mirgor de los Superamigos Macri – Caputo en Tierra del Fuego y el call center Teleperformance en Tucumán. Para esta pandemia de despidos el  Gobierno tomó la decisión de pagar la mitad del sueldo del sector privado con fondos públicos al mismo tiempo que los gordos de CGT avalaban el descuento del 25% del salario, lo que en criollo quiere decir que la crisis la van a pagar los trabajadores poniendo un 25% de su sueldo y el Estado, que pone el 50%. Las empresas que se forraron en los cuatro años de saqueo de Macri, no ponen nada.

La jugada de liberar presos que nunca existió demostró que la promesa hecha ante el congreso de eliminar las cloacas de la democracia donde nadan jueces, fiscales, medios de comunicación y servicios de inteligencia quedó en la nada, como pasó con la promesa de investigar la deuda. Fue el propio Daniel Santoro, que hasta hace muy poco veía un futuro de rejas por su afinidad con D´Alessio y su amor por la extorsión el que fogoneó desde Clarín la mentira de la liberación masiva de violadores. Clarín y Nación siguen siendo privilegiados en el reparto de pauta, mientras los medios populares tenemos todos los fondos cancelados desde Enero. Stornelli sigue siendo fiscal, no hubo remoción ni juicio político a uno solo de los jueces de Comodoro Py, la reforma judicial nunca pasó de una amenaza tibia, el fiscal Conte Grand que designó Vidal sigue como jefe de fiscales en la Provincia de Buenos Aires y Gerardo Morales, el carcelero de Milagro Sala, cenaba con Alberto al mismo tiempo que el congreso estudiaba la intervención al poder judicial de Jujuy, explicación de porqué dicha intervención nunca ocurrió.

Un gobierno en las neblinas de su propia nube de pedos, rápido para borrar con el codo la mínima amenaza de ingerencia sobre el poder real,  lleno de massistas que hicieron su carrera política succionando glandes del círculo rojo y de radicales atados a los sillones del Estado que mantienen caliente el culo sin tener que trabajar mucho conduce un país en pandemia, mientras por abajo, todo se está yendo a la mierda.


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