Dormir con fantasmas
Escrito por nicohernandez el 1 octubre, 2019
Leo Fusero nos trae la columna semanal de Economía en Cartón: Detrás del Humo del Choripan, con un amplio análisis del contorno político argentino.
La apropiación del sentido común es una de las grandes victorias de los aparatos ideológicos globales. Palabras como libertad, democracia, república u orden están asociadas a prácticas políticas y económicas que llevadas a la realidad por los actores que suelen abanderarse como sus máximos defensores terminan generando realidades antagónicas a su significado. Videla, el mayor vocero de la dictadura genocida, evocaba a la democracia en sus discursos. Se autotitulaba defensor de las ideas de libertad, anunciaba que el objetivo del golpe de estado había sido salvar a la democracia (generando el oxímoron del tirano democrático) y enumeraba que los mayores enemigos de la libertad eran la anarquía, la corrupción y el populismo. Massera incluso escupió un librejo intitulado “el Camino a la Democracia”. La falta de contacto con el significante profundo de las palabras no es exclusividad de las derechas. La izquierda melancólica tampoco encuentra significantes para sus políticas y con su proverbial incapacidad para leer la coyuntura ataca las formaciones sociales mayoritarias, que a su pesar siguen siendo peronistas y no parece satisfacerse incluso si Fernández les diera su anhelado Ministerio del pan casero y las fotocopias. Mientras Macri escribe su testamento donde lega al futuro el doble de desocupación que recibió, una pobreza del 40%, la necesidad de declarar por ley la emergencia alimentaria, endeudamiento record, y un industricidio solo comparable con el perpetrado por la dictadura o por su gemelo histórico delaruezco, sus viudas buscan donde conchabarse mientras velan el cadáver político de la otrora fulgurante estrella de la derecha nacional. Los sicarios mediáticos informaron a inicios del mes que Fernández le había solicitado un plan económico a Carlos Melconian y que tenía conversaciones diarias con Martín Redrado. La noticia, que podría haber pasado como una operación mediática para presionar al candidato opositor comenzó a tener visos de realidad al no ser desmentida ni por el candidato ni por sus voceros. Tanto Melconian como Redrado son sindicados por los medios de comunicación como tipos relevantes, conocedores y hasta indispensables. Son los dueños de todo, para los cuales trabajan Melconian y Redrado, los que a través de las empresas privadas que toman el nombre de medios de comunicación instalaron en la sociedad lo indubitable de sus conocimientos y la necesidad de contar con su sapiencia en la administración de la cosa pública. Ese sentido común moldeado por los poderosos jamás diría que hay que ir a buscar economistas bolivianos si lo que se quiere es aprender como se transforma un país pobre, altamente dolarizado y endeudado en una economía pujante. Hace quince años, el 90% de los depósitos en Bolivia estaba dolarizado. En la actualidad, menos del 10% de los depósitos están en dólares y su moneda, el boliviano, pasó de costar 125 centavos de peso argentino a ocho, lo que implica que la moneda argentina se devaluó un 6300 % respecto al boliviano en 15 años. En el mismo período, Bolivia multiplicó por 10 su PBI, tuvo tasas de crecimiento del 5% y una inflación del 2% anual. Lo hizo al mismo tiempo que bajaba 27 puntos la pobreza. Pero al argento formateado por los medios y sazonado con su clásica soberbia le suena mejor ir por Melconían o Redrado que preguntar a sus hermanos del norte como hicieron para resolver el desastre que justamente los dos economistas ayudaron a generar, uno como mano derecha de Cavallo en los noventa y el otro de Macri.
La victoria de los dueños de la historia también radica en que proponen discusiones donde se puede alterar la forma pero nunca el fondo. Como en el fútbol, dividen las opiniones entre aquellos que gustan del juego en base a toque y gambeta de los que abogan por el de correr y meter, pero nadie discute que tocar la pelota con la mano está mal. Si se consultara a los hermanos del altiplano por los secretos del milagro aymara, estos informarían que lo hicieron nacionalizando los servicios públicos, las riquezas minerales, controlando el comercio exterior, poniendo al Estado como eje regulador de la vida económica y expulsando al FMI y a la Embajada de los Estados Unidos, medidas que están a años luz del sentido común impuesto. Fernández supera holgadamente en inteligencia y experiencia política a su precedente, y va a hacer un mejor gobierno que Macri, ya que estadísticamente no le queda otra que superar a la nulidad grotesca que lo antecedió, pero tampoco está exento de caer en la vacuidad de ser uno más que genera microrreformas de carácter insustancial cambiando algo para no cambiar nada. La historia latinoamericana ilustra que incluso los hombres más pródigos en talentos y destrezas pueden ser engullidos por la dinámica, como informan las páginas finales de la biografía de Simón Bolívar, que encontró como fruto de su vida lo mismo que hubiese obtenido si se dedicara a arar en el océano. Los nombres de los mismos que llevaron a la debacle no pueden ser los indicados para afrontar con valentía la construcción de un futuro por una vez cierto y estable para el pueblo argentino, de la misma forma en que no son válidos los consejos de como mantener los códigos de amistad entre hombres de Mauro Icardi. Los fantasmas vuelven a rondar la casa común, y presagian que el sueño no tiene pocas chances de volver a ser la pesadilla recurrente que sofoca el futuro de un país que no pudo ser una nación porque cuando tuvo que decidir su rumbo desoyó a los pilotos que sentían como suyo el devenir de su suelo y prestó oídos al canto de las sirenas.