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Roccavirus

Escrito por el 17 abril, 2020

Por: Leo Fusero

La colonización mental de los sectores de la derecha mundial no obedece solo a ignorancia sobre los más elementales conocimientos científicos. Sus acciones responden las voces de mando de los verdaderos dueños de todo, que los usan como marionetas. Un empresario de la construcción más ligado a la mafia que a los ladrillos es quién comanda la potencia militar mundial, que es altamente eficiente para colocar portaaviones en menos de una semana frente a cualquier país que considere enemigo, pero que no puede evitar que su ciudad emblema sea un foco viral. Para lavar sus manos, Trump culpabilizó a la Organización Mundial de la Salud por la mala preparación de su país para enfrentar la pandemia, y amenazó por televisión nacional con desfinanciar al organismo dependiente de la ONU, del cual los Estados Unidos es su principal aportante. Pasó de calificar al virus como una gripe china, a enfrentar que por primera vez en la historia todos los estados de la unión se declaren en situación de catástrofe. Sus amplias probabilidades de reelección, fundadas en su casi pleno empleo, se esfuman con proyecciones de desempleo de más del 20% para fin de año, justamente cuando los electores americanos deberán decidir entre él y Joe Biden, el ex vicepresidente de Obama y único candidato demócrata tras la renuncia de Bernie Sanders. Como buen representante de los ricos del mundo, su negación a paralizar el país para evitar una caída de la economía en la tierra del time is money puso a su población frente a la catástrofe de enterrar como nn en fosas comunes a sus víctimas. El  34% de los fallecidos por la covid-19 son hispanos, que solo constituyen el 29% de la población. Su mayor tasa de muerte se debe a que al estar indocumentados, temen acerarse a hospitales por miedo a ser deportados. Además, sus labores en empleos de alto riesgo de contagio (limpieza, supermercados, hospitales) los ubican como carne de cañón del sistema, que los embelezó con las luces de Broadway para descartarlos como material sanitario reemplazable. Un pequeño trozo de ARN envuelto en una bola de lípidos demostró que los Estados Unidos solo pueden salvar al mundo en las películas.

Su país reemplazo en el triste record de muertes a Italia. A pesar de las imágenes donde camiones del ejército transportaban cadáveres fuera de Lombardía porque el cementerio, el tanatorio, la iglesia convertida en tanatorio de emergencia y el crematorio en funcionamiento 24 horas al día ya no daban abasto, la zona industrial y más rica de Italia se negó por semanas a declarar la catástrofe. Sobre el valle del río Serio se concentra uno de los polos industriales más importantes de Italia, y la patronal industrial presionó a todas las instituciones para evitar cerrar sus fábricas y perder dinero. Y así, por increíble que parezca, la zona con más muertos por coronavirus por habitante de Italia –y de Europa– nunca ha sido declarada zona roja. Gobernada durante 18 años por Roberto Formigoni, condenado por corrupción en la sanidad, inició en 2017 una reforma que recortó aún más las inversiones en la salud pública y prácticamente ha abolido la figura del médico de familia, sustituyéndolo por la del “gestor”. “Es verdad, en los próximos 5 años desaparecerán 45.000 médicos de cabecera, pero ¿quién va todavía al médico de cabecera?”, declaró con aguda visión de futuro su actual gobernador en agosto del año pasado. Pero la historia es aún más turbia: quienes tienen intereses en mantener las fábricas abiertas son, en algunos casos, los mismos que tienen intereses en las clínicas privadas. Una de las empresas de la zona que más presionó para mantener las fábricas abiertas es Tenaris, líder mundial en la fabricación de tubos y servicios para la exploración y producción de petróleo y gas, con una facturación de 7.300 millones de dólares y sede legal en Luxemburgo. Emplea a 1.700 trabajadores en su fábrica de la Bergamasca y pertenece a la familia Rocca, con Gianfelice Rocca, el octavo hombre más rico de Italia. En toda la Lombardía, la mitad de los servicios de salud son privados. Las dos clínicas privadas más importantes de la zona, que facturan más de 15 millones de euros anuales cada una, pertenecen al grupo San Donato –cuyo presidente es nada menos que el ex-viceprimer ministro italiano Angelino Alfano,– y al grupo Humanitas. El presidente de Humanitas es Gianfelice Rocca. Su par argentino, Paolo Rocca, lideró las presiones sobre el gobierno de Alberto Fernández para abrir sus fábricas. La negativa presidencial generó el despido de 1500 trabajadores, como forma de presión, que el gobierno toleró y el sindicato avaló. 

Si algo queda por combatir a futuro son los vínculos entre los nuevos virus, la producción industrial de alimentos y la rentabilidad de las corporaciones multinacionales. Es evidente que existe una relación intrínseca entre patógenos, ganancias corporativas, gobiernos corruptos y  libre movilidad del capital. Los cambios necesarios son estructurales, no coyunturales, y cuando se intenten realizar, si se llega a esa instancia, se va a retrotraer bastante lo que ahora son aplausos y solidaridad mutua. Demostrar que hay vida inteligente más allá de los lucros del mercado y que en los momentos decisivos son las instituciones públicas las más efectivas, con buen músculo, y no los sacrosantos mercados. Si no hay un aprendizaje, si no podemos recuperar los valores que habían quedado supeditados a cosas que no se transaccionan en el mercado, que no se hacen por dinero, solo habrán aprendido algo de la pandemia los crueles del mundo, que ya tomaron nota  de que es mucho más efectivo para generar pánico, la fabricación de un virus que una batería de misiles.  


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