Preocupación en la UNLP por los constantes aumentos

En las distintas facultades que responden a la UNLP, hay mucha incertidumbre de cara al futuro y temen por el tarifazo pendiente.

En los últimos meses, a raíz del ajuste llevado a cabo por el gobierno nacional, liderado por Javier Milei, y los altos niveles de inflación registrada, es que en las facultades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) hay cierto resquemor y temor a lo que se avecina en los siguientes meses.

Las unidades académicas deben afrontar los costos de funcionamiento con los mismos fondos que recibieron en 2023, pero con una inflación anual superior al 200%. Aunque el Ejecutivo nacional oficializó una suba del 70% para gastos de funcionamiento, el monto solo alcanza a cubrir los aumentos del primer trimestre del año.

Por citar uno de los casos que puede ser un botón de muestra, en la Facultad de Ciencias Exactas la factura de luz de febrero fue de $14.158.623, es decir tres veces mayor que la de enero ($4.986.730).

Asimismo, el secretario de Administración y Finanzas de la UNLP, Claudio Canosa, contó que la Universidad creó un fondo especial para afrontar las subas en la tarifa de luz. «Elaboramos un fondo especial para colaborar con las facultades y puedan afrontar este gasto, que es de los más importantes que tienen. Hoy por hoy, solamente en este mes, duplicó y triplicó la factura y, además, se esperan dos aumentos más». «Las tarifas de las facultades están entre $6 millones y $18 millones por mes. Falta la segunda y tercera ejecución del retiro subsidios», añadió entonces.

En ese marco, muchas facultades de la UNLP manifestaron su preocupación por los aumentos de insumos básicos (productos de higiene, limpieza, entre otros) y los abultados montos de las tarifas de luz, las cuales ya empezaron a llegar sin subsidios. Por si esto fuera poco, este mes comenzará a regir el nuevo esquema tarifario en el gas y el vocero de presidencia, Manuel Adorni, adelantó que no habrá envíos en el corto plazo.

Por otro lado, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, ocurre lo siguiente: en diciembre la factura fue de $1.604.736; 1.263.278 en enero y 5.157.548 en febrero. “En nuestro caso lo cubre la UNLP, no lo podemos cubrir con la cuota del Tesoro Nacional. Hay que tener en cuenta que es una facultad que no tiene grandes laboratorios, el uso es de luz, aire acondicionado y algunas computadoras. Es una situación de incertidumbre, con ayuda de la Universidad estamos sosteniendo las actividades”, detalló la decana de esa facultad Ana Julia Ramírez.

La Facultad de Periodismo y Comunicación Social, en tanto, recibió en febrero una factura de $2.200.000, es decir, un 178% más con respecto a enero, que fue de $800.000.

Consultada por la situación, la titular de la unidad académica Ayelén Sidun comentó: “Hay que tener en cuenta que en esos meses hay sol hasta tarde y las aulas no necesitan tanta luz, la cosa va a ser distinta después. También está el tema del gas”. Agregó que la UNLP «adelantó que iba a costear, pero hay que ver cuánto y hasta cuándo va a poder cubrir, en relación a contratos y otras cuestiones que tienen que ver con una demanda y un crecimiento de la inflación que hace que los trabajadores tengan una situación particular. El aumento del gas y la luz sea grande, que el aumento del costo del papel higiénico y los artículos de limpieza sea cada vez mayor”.

Así, si pensamos en La Plata no podemos separarla de su Universidad. La ciudad fue pensada desde sus inicios con fines académicos y científicos, y en su planificación, dejaron una zona para ubicar el sector del conocimiento ubicada en el Bosque.

Año a año miles de jóvenes vienen a la ciudad a estudiar. Se estima que según datos de la UNLP, para el 2024 habría unos 37 mil nuevos ingresantes. Se sabe gracias al informe del SIPU (Sistema de Preinscripción a las carreras de la UNLP), que el 37, 61% de los estudiantes no provienen de La Plata y alrededores. Y de los cuales el 19,10% es de Buenos Aires y alrededores, extranjeros el 11,07%, y por último de otras provincias el 7,4 %.

En un escenario distópico donde se recortan franjas horarias, se cierran carreras o Facultades por falta de insumos, paulatinamente habría menos estudiantes. Y con esto impactaría en el sector económico: tanto como el inmobiliario, gastronómico y cultural.