Facundo Bichir, un músico platense premiado como charanguista en Bolivia
Escrito por Facundo Dalmacio el 9 agosto, 2022
Facundo Bichir (Walaycho Piwke) es un músico y cantautor de La Plata que actualmente vive en Sucre, Bolivia.
Esta ciudad, que antiguamente también fuera conocida como La Plata, durante la conquista fue un centro estratégico para los españoles, debido a su cercanía con el Cerro Rico de Potosí. Su clima templado durante todo el año les permitió acumular riqueza a través de la esclavitud sin siquiera tener que sufrir el frío de otras regiones.
Bichir sugiere que al día de hoy aún perviven algunas injusticias de aquellas épocas lejanas: “en este momento hay mucho racismo por acá con la gente del campo, sobre todo con los que eran los esclavos. Pero por suerte es poca gente y como pasa en Argentina, son los dinosaurios”. “Acá cerca de Sucre está Tarabuco, un pueblo quechua. Abundan las comunidades y eso se ve en la ciudad. La gente del campo viene a vender a los mercados o directamente en el centro. Es muy normal ver gente hablando quechua.”
Por otro lado, el músico define a Sucre como una ciudad muy tranquila: “la gente es buena onda, solidaria, charlatana, y está bastante normalizado el viajero, mucha gente pasa por acá”.
Facundo Bichir eligió como nombre artístico Walaycho (“alegre” en quechua) Piwke (“corazón” en lengua mapuche), como modo de conexión con su sangre familiar de origen quichua-santiagueña y mapuche-patagónica. A la vez, Walaycho se le dice a un tipo de charango pequeño usado en los huaynos zapateados de Potosí.
La primavera pasada, Facundo Bichir ganó el premio «charango de bronce» de la categoría internacional en la importante Feria y Festival Nacional e Internacional del Charango Aiquile 2021 (Cochabamba), localidad que es considerada la capital del charango.
-¿Qué diferencias encontrás entre trabajar de músico en Argentina o hacerlo en Bolivia?
Las diferencias no son tantas pero son acentuadas. La empatía está un poco más trabajada, la gente normalmente es solidaria. No digo que en Argentina no, pero aquí está más trabajada por lo que es la historia del país. La micro-economía, la normalización del trabajo en la calle es importante. Esa micro-economía también se da con las monedas, que todavía existen por aquí.
A la gente le cuesta menos largar una moneda que un billete. Por otro lado, acá el folklore es muy valorado, está muy vivo en la cotidianidad y es muy valorada la música en vivo. Es una diferencia importante porque en los cumpleaños, en el día de la madre o en las festividades en general, siempre hay música en vivo. Te contratan, siempre tiene que haber alguien que toque y eso es redituable para el músico que trabaja aquí en Bolivia.
-¿Qué te motivó a irte a vivir a Bolivia?
Haber conocido Bolivia, la cultura de Bolivia, ver como se vive la música, como valoran al artista, sobre todo al músico. Lo bonito que es ir a los mercados y encontrarse con gente que viene del campo y que te vende su propia producción sin intermediarios.
Como segunda razón, me agarró la pandemia acá, apenas llegué a Sucre, fue justo todo ese tiempo que parece ficción: ya no había más transportes, estaban bloqueadas todas las rutas. Y como tercer razón, aquí conocí a mi pareja. Es un conjunto de cosas, siento una conexión bastante importante por cómo se vive la música sobre todo. También es un país muy interesante con todo lo que es originario, hay que aprender mucho de eso.
-¿En qué proyectos estás trabajando?
Estoy grabando un disco de música boliviana para el año que viene, tratando de recopilar los ritmos de este país. También estoy en Puriskiris, un dúo de guitarra de música latinoamericana.
Los estilos musicales que me están influenciando son todos: de Oruro la morenada, por Chaco las cuecas tarijeñas, por el Beni los taquiraris, la música guaraní… la cueca boliviana, que está declarada patrimonio nacional en todos los departamentos… los tinkus, la saya afro-boliviana, los kaluyos del valle grande, los bailecitos, y sobre todo lo que más me influencia es el kalampeo potosino que son huaynitos zapateados para bailar.
-¿De dónde nace el impulso de escribir canciones?
¿Quién no escuchó una canción y le transmitió algo y le emocionó y pudo vibrar con eso? En algún punto, la naturaleza de ese impulso te guía a querer hacer lo mismo. A querer comunicar una injusticia, un paisaje. O hacer ver algo que no se ve: querer hacerlo presente, que esté y no se pierda. Es un trabajo constante en la vida.
-¿Qué artistas bolivianos nos podés recomendar?
Del rock, Ovejas negras de Tupiza. Cantautores: Matilde Casazola, reina de Sucre, compositora impresionante. Alfredo Domínguez, el Yupanqui de Tupiza o doña Encarna Lasarte, primera compositora quechua en grabar en esa lengua. Los hermanos Junaro. Luis Rico, cantautor histórico. Elvira Espejo, artista moderna, Ludmila Carque. Marcasata. Ana Cristina Céspedes. Javicho Soria. Hilda Muñoz… y recomiendo el documental “Humillados y ofendidos”.