LOS SONÁMBULOS: ¿uno puede estar dormido encontrándose despierto?

El multipremiado film dramático argentino mezcla el calor del verano con abundante alcohol para aflorar los roces entre los personajes que comparten un mismo espacio y ponen patas para arriba la apariencia de civilidad que viste las relaciones familiares.

Con duración de 107 minutos y calificada como apta para mayores de 16 años, Los Sonámbulos, es la cuarta película dirigida y escrita por Paula Hernández, con una historia que pasa de la calma, la tensión apagada, al estallido físico violento y, por un momento, generalizado. Un tema estrechamente relacionado con las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Protagonizada por Érica Rivas, la recodada Romina de “Relatos Salvajes”, quien se lucia en la última historia narrada por Damián Szifrón, como la novia traicionada -y reivindicada- en su propia noche de bodas.

Una mujer y su hija de 14 años, sonámbula, en pleno despertar. Un matrimonio en los bordes de una crisis silenciada. Una familia ritualista, matriarcal y endogámica. Abuela, hermanos, primos. Un nuevo verano, sudor, alcohol, tradiciones. Cuerpos desnudos, cuerpos que cambian y las miradas sobre esos cuerpos nacientes. Un nuevo festejo de fin de año en la vieja casona histórica familiar es la encerrona para que los sonámbulos finalmente despierten.

Este film tiene matices que nos hace recordar en el buen sentido a un clásico del cine argentino, “La Ciénaga” (2001) de Lucrecia Martel. Tomando elementos comunes a la misma (reunión familiar, casa, verano) para explayar un entramado que suma dentro de la ecuación el factor del sonambulismo como condición heredada por algunos de sus integrantes (Memé, Ana) para contarnos el letargo existencial en el que vive sumergida esta familia.

Proyectada en los festivales de San Sebastián y Mar del Plata, Los sonámbulos también estuvo preseleccionada como mejor película extranjera para los premios Oscar 2021 y actualmente está disponible para verla a través de la plataforma online FLOW.