LA EDUCACIÓN DE NUESTROS PIBES Y PIBAS

En un contexto en donde derechos esenciales como la educación peligran, en Raíces Rock nos acercamos a los chicos y chicas del barrio para que nos cuenten sus experiencias en el sistema educativo.

Mientras parte del futuro de la educación pública universitaria se debate hoy en el Congreso y ya quedo estipulado el recorte presupuestario de la educación para el 2025, mientras el Gobierno Nacional continúa con sus políticas de ajuste y achicamiento del Estado y de sus funciones, nos preguntamos cuál es la situación de nuestros pibas y pibas que aún transitan la escuela.

En Raíces Rock dialogamos con alumnos y alumnas de la Escuela Secundaria Nº 68 del barrio de San Carlos, Gimena (1º año), Thiago (1º año), Sofía (3º año), Morena (4º año) y con Benicio (6º grado) de la Primaria Nº 89, quienes nos hablaron sobre sus experiencias en el sistema educativo y las dificultades que encuentran en esa trayectoria.

Con materias y actividades que disfrutan más y otras menos, en general los chicos destacaron que les gusta ir a la escuela y son conscientes de su importancia, como Morena que expresó: “siempre me gustó de chiquita, pero es porque siempre supe que si no iba a la escuela no iba a poder llegar a ser policía”.

Aun así las inasistencias parecen ser recurrentes, “Yo debo tener más de 40 faltas” señaló Sofía, “Y yo falto mucho pero porque voy a la mañana y el problema de llegar tarde y eso”, expresó Thiago, mientras que Morena adjudicó a problemas personales haber podido concurrir sólo dos meses durante el año pasado, lo que la obligó a repetir el año.

La obligatoriedad de la enseñanza fue incluida en la Ley Nacional de Educación 26.206, sancionada en el año 2006, que establece que todos los niños y niñas deben realizar el nivel inicial, primario y secundario. Respecto a esta normativa dialogamos con Verónica Trofe, vicedirectora de la Escuela Primaria 52: “Creo que es un punto fundamental porque tiene que ver con entender a la educación como algo fundamental en un país. Lo que sí, creo que aparte tendría que haber un mayor control en cuanto a la asistencia en algunas familias”.

En este sentido, Trofe señaló que en la Escuela 52, que cuenta con más de 650 alumnos y alumnas, la deserción es muy poca pero sí hay un problema de “asistencia discontinua que la llamamos grave y un porcentaje bastante alto”.

Al indagar sobre los motivos de esas inasistencias, la vicedirectora de la Escuela 52 manifestó: “Tiene que ver con un montón de cuestiones, un día de lluvia significa que no asisten porque no tienen los medios, porque donde viven no pueden salir porque está lleno de barro; el tema del colectivo, en este momento la mayoría de las familias están llevando a los chicos a pie porque no pueden solventar el gasto del colectivo, y a todo esto lo atraviesa en la mayoría de los casos la pobreza y la situación económica”.

Una visión integral del problema que revela que el acceso a la escuela pública no está garantizado para todos, y que en un contexto de ajuste esta situación se agrava. De todas maneras, Verónica Trofe señaló que “la educación pública viene muy golpeada hace muchísimos años con respecto a un montón de inversiones que se tendrían que hacer, tanto en la infraestructura como en recursos humanos”.

En este sentido, la vicedirectora de la Escuela 52 se lamentó por la imposibilidad de implementar la jornada extendida para las escuelas primarias, según lo estipula la Ley 26.206, que consideró de enorme importancia para brindar mayores posibilidades a los alumnos y alumnas a través de cursos, talleres, oficios, “que la verdad que se han hecho, pero no en la cantidad suficiente, porque genera un gasto importante de inversión; hacer una escuela de doble jornada tiene que ver con la infraestructura de la escuela”.

Y en el mismo sentido agregó: “En la Escuela 52 hay dos aulas que no son aulas, eran oficinas, depósitos, y se terminaron haciendo aula por la necesidad. El mismo edificio tiene una secundaria que no tiene patio y si volvemos a esto de tratar de que las escuelas sean de doble jornada, es imposible en el espacio que en este momento está”.

Los problemas edilicios son obstáculos diarios para la enseñanza y el aprendizaje, así lo señalan los propios pibes y pibas, que ante la pregunta ¿pasan frío en la escuela en invierno? responden casi al unísono que “si”, y en este punto Thiago agrega, “mi estufa no funciona y encima ahora que se vino a la primavera, que no la necesitamos más, pierde gas. Hay mucho olor y encima tenemos que tener las ventanas y la puerta abierta y se escuchan muchísimos ruidos y no nos podemos concentrar”.

El cambio de estación parece que tampoco sentará bien en las escuelas. Los chicos y chicas manifestaron no tener ventilador en sus aulas, o que están rotos o incluso que andan pero no cumplen su función: “el ventilador casi no da nada, pero porque lo pusieron muy arriba, está mal ubicado”, expresó Sofía.

Estas declaraciones se suman al relato de Morena, que señala que de los ocho salones de su escuela, tres no tienen lamparitas, por lo que en un día nublado “no se ve nada”, a su vez que manifiesta que al no tener patio la secundaria pasan sus recreos en los pasillos casi sin entrada de sol, “es una celda”. O a lo expresado por Thiago, quien contó que a principio de año estuvieron casi un mes alternado los días de asistencia a la escuela con otro curso “porque había dos salones y uno estaba roto con cables de electricidad sueltos y estaban colgando”.

A pesar de todas estas falencias la escuela parece ser un espacio de contención para los chicos y sus familias: “La escuela es una de las pocas instituciones en que todavía la gente confía, porque es quien asiste, quien escucha, quien resuelve”, señaló la vicedirectora Verónica Trofe y concluyó, “todo el tiempo es la contención desde lo afectivo, desde lo humano, desde lo psicológico, en algunos casos desde lo económico y más en este momento”.

Con un avance hacia la educación pública y de calidad que sienta las bases en la enseñanza obligatoria, con una Ley Nacional de Educación que planteó la necesidad de aumentar los recursos del Estado destinados al sistema educativo, y otras tantas políticas públicas que se fueron desarrollando a lo largo de estos años y aún así no se ha logrado garantizar el acceso igualitario a una educación pública de calidad.

Qué queda esperar para el futuro si las nuevas bases se plantean en un sentido completamente opuesto.  Qué queda esperar cuando el Ministerio de Educación ha sido reducido a Secretaría, cuando el Presupuesto Nacional 2025 señala sin posibilidad de malos entendidos el desfinanciamiento a la educación pública, cuando hoy se debate en el Congreso el veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario, cuando la educación no está ni cerca de ser una prioridad de este Gobierno que, muy por el contario, arremete con políticas de ajuste que cercenan la posibilidad de acceder a derechos básicos y esenciales a gran parte de la población.