La marcha de regreso

En 1976, en Gaza, seis ciudadanos palestinos fueron asesinados por fuerzas israelíes. Desde ese año los palestinos conmemoran el Día de la Tierra, un evento anual en memoria de los mártires en la lucha por la liberación. En 2018, el Día de la Tierra coincidía con el anuncio de Estados Unidos de la inauguración de su embajada en Jerusalén, territorio en disputa. El pueblo palestino lanzó protestas bautizadas por sus organizadores como La marcha de regreso. A ellas se sumó Fadi Abu Salah con su familia. Casado y padre de cinco hijos, perdió ambas piernas en los bombardeos israelíes de 2008.

Desatada la represión, Fadi se defendía lanzando piedras con su boleadora desde su silla de ruedas. No representaba ningún peligro para los francotiradores israelíes que, a pesar de ello, lo ultimaron de un tiro en la cabeza. La máquina de guerra israelí no dejó de apuntar a todos los palestinos de todas las edades, nombres,  credos  y condiciones. Solo en 24 horas las fuerzas de ocupación mataron a 60 palestinos y causaron heridas y lesiones a otros 2.700, entre ellos a Leila Al Ghandur de ocho meses que murió tras haber inhalado gases lacrimógenos durante los choques.

Desde enero de 2019 las fuerzas israelíes han matado a 312 palestinos, incluidos 59 niños. La violencia no diferencia entre un hombre en silla de ruedas y un hombre sano, entre los fuertes y los débiles,  entre un joven y una mujer o un niño, todo bajo el silencio de las instituciones internacionales, la comunidad internacional, la Corte Penal Internacional y los organismos oficiales que deben llevar a juicio y juzgar a los soldados sionistas  como criminales de guerra.

Fadi perdió primero su tierra, después sus piernas y por último su vida en manos de un Estado terrorista y un ejército que viola todas las leyes humanitarias internacionales al ritmo que ocupa tierras, destroza cuerpos y asesina esperanzas.