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Por arte de Mafia

Escrito por el 24 abril, 2018

La columna de «Economía en Cartón: detrás del humo del choripan» con Leo Fusero para El Bondi de la 88.

Mientras miraba el primer embarque de limones exportados a EE.UU, que bien podrían servir para rebautizar al país pasando de país bananero a país limonero, el veraneante profesional y en sus momentos libres presidente de la Nación Mauricio Macri declaró que él “no era mago, tampoco estafador”. 
Lo primero no tiene discusión, pero lo segundo es debatible.
Su declaración de falta de magia se debe a su imposibilidad de resolver la inflación y la suba de tarifas. Esto suponiendo que es un objetivo de este gobierno el reducir el aumento de precios tanto en alimentos como en servicios públicos. Pero analizando quienes son los grandes ganadores de uno de los tres problemas básicos de la economía puede deducirse que ni el CEO nacional, ni sus más cercanos, tienen motivación alguna para hacerlo.
El amigo del alma, alias testaferro presidencial, Nicolás Caputo, es uno de los mayores beneficiarios del aumento de tarifas. Caputo es uno de los socios de Sadesa SA, segunda generadora eléctrica del país. Participa con fuerza en la generación de energía eléctrica (controla Central Puerto) y también es accionista en Edesur. Gracias al poder ganado por Macri, desde enero de 2015 la acción de la constructora de Caputo pasó de $3,55 a $25,10: es decir, se multiplicó por siete. En septiembre del 2017 recibió los contratos para realizar las centrales eléctricas de Luján de Cuyo en Mendoza por 89 MW y San Lorenzo en Santa Fe por 317 MW, noticia festejadas en la Bolsa porteña donde los papeles de Central Puerto subieron 5,43 por ciento, mientras Mirgor SA aumentó su cotización un 6,62 por ciento. Desde que Macri accedió a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, las empresas de “Nicky” accedieron a obras en Capital por casi 1400 millones de pesos, de los cuales 61 millones fueron en carácter de contratos de urgencia. Como buen empresario Pro, el dinero ganado en licitaciones de obra pública no paga impuestos. El empresario blanqueó 465 millones de pesos, o 26,5 millones de dólares, que no tenía declarados en el país, gracias a la ley de Sinceramiento Fiscal.
Por el lado de Edenor, son dos los íntimos macristas que poseen intereses en la empresa. Joe Lewis es uno de los terratenientes extranjeros más cuestionados del país. Tiene una mansión en el Lago Escondido, cuyos accesos cerró al público e incumple el fallo judicial que ordena abrirlo. Allí suele ir a descansar Macri. Su visitante, una vez presidente, le perdonó 11 mil millones de pesos de deuda que eléctricas mantenían con el Estado. De ese total, 1129 millones corresponden a Edenor, que controla Lewis asociado al empresario argentino Marcelo Mindlin. Mindlin es quién figura comprando la empresa de construcción de la familia Macri, IECSA, que tiene a cargo la obra más importante en la historia de Buenos Aires, el soterramiento del tren Sarmiento, junto a la conocida por coimera Odebrecht. Lewis y Mindlin son socios en Pampa Energía SA, cuyo paquete accionario se divide entre Pampa F&F LLC, de Mindlin, y Lambex International Tavistock, de Lewis. Pampa Energía avanzó este año en el negocio energético y compró Petrobras Argentina en 897 millones de dólares. Parte del total de las acciones, un 11 por ciento, estaban en manos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses: también las compraron. El Estado vio a cambio 150 millones de dólares. Lewis también es accionista de Transener, compañía líder argentina en el transporte de energía eléctrica de alta tensión. La compañía posee la red nacional de transporte de energía eléctrica de alta tensión, que comprende casi 8.800 km de líneas. Otros 5.500 km de la red de distribución pertenecen a su compañía filial TRANSBA.
En el caso del gas, El Grupo Disvol adquirió el 31,5% el capital social y los votos de Camuzzi Gas Inversora S.A., que es la compañía controlante indirecta de Camuzzi Gas Pampeana y Camuzzi Gas del Sur CGP. Es la distribuidora de gas más grande de la Argentina, y una de las más grandes de Latinoamérica, por la extensión de las redes de distribución y superficies de las áreas de concesión que alcanzan a 2 millones de clientes residenciales e industriales en Buenos Aires, La Pampa y la Patagonia. Su dueño es Alejandro Macfarlane, viejo conocido de Mindlin, ex SIDE y ex Pampa Energía, que accedió a las mieles de sus fortunas gracias a haberse casado Margarita Anzorreguy, íntima de Juliana Awada e hija de Hugo Anzorreguy, ex jefe de la SIDE Menemista, quién hoy está sentado en el banquillo de los acusados por encubrir el atentado a la AMIA, juicio silenciado por los medios de comunicación. Como analogía, que el juicio por el encubrimiento del atentado terrorista más grande de la Argentina no sea cubierto por los grandes medios es como si hoy se estuviera enjuiciando a las Juntas Militares y nadie lo publicara. Como buen espía, Macfarlane inició sus actividades con Telinfor, dueña de la línea utilizada en Su llamada, el programa de Susana Giménez, por el que fue denunciado. Agentes de Defraudaciones y Estafas confirmaron la estafa a miles de usuarios, a quienes se les cargaba en sus facturas el costo de las llamadas al programa de Giménez que nunca habían hecho. Su llamado recibía un promedio de 2,3 millones de llamados por mes, a un costo de tres pesos cada uno. A su vez, la justicia detectó que los fondos que tenían que llegar solidariamente al hogar Felices los Niños nunca lo hicieron. Su presidente, el padre Grassi, sí llegó, pero a la cárcel, acusado de pedofilia en una cámara oculta que hizo TN del Grupo Clarín. En el gas también aparece Mindlin, quién genera casi el 10% del gas que se produce en la Argentina al mismo tiempo que mantiene su participación en CIESA, la compañía que controla los destinos de TGS, considerada la mayor transportadora de gas doméstica.
En el rubro alimentos, la familia presidencial está directamente relacionada, ya que Macri Blanco Villegas, como es el apellido completo del presidente, participa del Grupo Agropecuario Blanco Villegas, que produce alimentos en sus más de 26 mil hectáreas. El exorbitante precio de los alimentos, en un país donde el Ministerio de Agroindustria estima que para el año 2020 va a producir alimentos para 600 millones de habitantes, 15 veces su población, no tiene sentido sin conocer a los dueños de la producción. Según el Banco Mundial, son 35 % más caros que en Asia y hasta un 50% que en los países de la región. El informe redunda en que los costos de salarios, logística e impuestos son los culpables de los altos precios. Pero no menciona otros datos relevantes. En panificación industrial, las fusionadas Bimbo y Fargo concentran el 79% del mercado; en bebidas gaseosas, Coca Cola y Pepsi se reparte el 84%,  en galletitas saladas dos compañías manejan el 77% -Kraft el 41%, y Danone y Arcor el 36%- El 80 por ciento del aceite que se consume lo producen dos empresas: Molinos Río de la Plata y Aceitera General Deheza. En lácteos, el 78 por ciento lo manejan La Serenísima y Sancor. En enlatados, como tomates y arvejas, la posición dominante la ejerce Arcor, que concentra el 70 por ciento. El 75 por ciento del azúcar que se consume es de Ledesma. Arcor es de la familia Pagani, cuyo director, Luis, figura como uno de los 4 argentinos en la lista de multimillonarios de la revista Forbes Latin Amercia. Su fundador, Fulvio Pagani fue el descubridor de Domingo Cavallo y quién lo impulsó como ministros estrella del sultanato en los noventa. En diciembre de 1993, por la resolución 1555/93, el ministro aumentó los aranceles a la importación de chocolates del 10 al 20%, yendo de contramano con la retórica de apertura y baja de aranceles, lo que permitió a los dueños de Arcor construir una monumental fábrica de chocolates en Colonia Caroya, en Córdoba, que inauguraron en junio de 1994. Al elevarse los aranceles a la importación de chocolates, Arcor también se benefició con los reembolsos a las exportaciones de ese producto, que crecieron en igual proporción, o sea, con un rédito del 100% para la compañía de Pagani. Molinos Rio de la Plata es propiedad de Pérez Companc, quién se la compró a Bunge y Born. La fortuna familiar se consolidó en esa época de privatizaciones menemistas, donde tuvo participaciones en Telecom Metrogas y Edesur, entre otras. Paralelamente creció en el mercado financiero con el Banco Río, vendido a los españoles del Santander en 1997 en cerca de 600 millones de dólares. Fue Elisa Carrió la que fustigó a ambos grupos empresarios, al declarar que “Arcor y Molinos Río de la Plata tienen que bajar los precios” y le pidió “a la sociedad que no compre las primeras marcas que suben los precios”. Pérez Companc quiere volver al negocio de la energía, y para ello necesita buenas migas con el macrismo, ya que su objetivo es la privatización de la participación del Estado en Transener, la empresa que prácticamente monopoliza el negocio del transporte en alta tensión de electricidad. Ledesma es controlada por la familia Blaquier, cuyo alma Mater, Carlos Pedro Blaquier -presidente del directorio de Ledesma SAAI de 1970 al 2015- y Alberto Lemos- administrador de Ledesma SAAI en 1976- esperan el fallo de la Corte Suprema que los libere de los cargos por delitos de lesa humanidad, ya que ambos fueron procesados por el secuestro y desaparición del ex intendente Luis Arédez, otros dos sindicalistas y de trabajadores de Ledesma en la llamada Noche del Apagón durante la última dictadura militar.
La N´drangheta calabresa es la organización criminal más importante del mundo, que domina el tráfico internacional de cocaína, droga que consumen 230 millones de personas en el mundo y que mueve 300 mil millones de dólares por año. Se ha extendido desde Calabria al rico norte de Italia y a más de 49 países, entre ellos la Argentina. En Septiembre cayó detenido en Uruguay Rocco Morabito, capo mafia calabrés, que tenía casi una docena de chips de Movistar y viajaba con frecuencia a Buenos Aires. Un mes antes, en Brasil, fue detenido el capo del clan mafioso Commisso, que tiene su base en Siderno, Calabria, donde el abuelo del presidente hizo fortuna como constructor y concesionario del Correo antes de dedicarse a la política y emigrar. Su nombre, Vincenzo Macri, hijo de Antonio Macri, capo del clan, de quién heredó el puesto.


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