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Escrito por el 23 mayo, 2020

Por: Leo Fusero

El gobierno cumplió a medias una de sus promesas electorales, la de investigar el endeudamiento del macrismo, al publicar el informe “Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos, 2015-2019”.

Durante la era Cambiemos la fuga de capitales llegó a totalizar USD 86.200 millones. En solo cuatro años lograron fugar un cuarto del PBI del país, y casi el mismo monto invertido en 12 años de gobierno kirchnerista en obra pública. Si se suma toda la obra pública, desde un cordón cuneta en Claromecó, pasando por diez mil kilómetros de autopistas, centrales nucleares y satélites, se llega al mismo monto de dinero que Macri sencillamente saqueó de la sociedad argentina.

El informe convierte en realidad eso del “gobierno para pocos”. Los cien principales compradores de dólares fugaron USD 24.679 millones, o sea el 29% de la fuga, y los diez principales compradores explican USD 7.945, el 9%. La tibieza general de un gobierno comandado por talibanes del consenso no publicó los nombres y apellidos de los fugadores a una sociedad argentina que está condenada a pagar esa deuda.

¿Porque no se dan a conocer esos nombres? ¿No es de toda justicia saber quienes fueron los beneficiados, cuando sabemos que las grandes mayorías fuimos los perjudicados?

La fuga de capitales ni siquiera es delito, ya que está legalmente protegida y se hace por carriles institucionales que permiten conocer al detalle los montos y las operaciones. Si a un supuesto delincuente común se le conoce la cara al instante, publicada en todos los medios, ¿por qué se protege con el anonimato a los que saquearon al país? De llevarlos ante un juez por latrocinio ni hablemos. Y de pedirles que traigan parte de lo robado, menos.

La deuda total argentina asciende a U$S 323.000 millones, con un núcleo duro de U$S 66.238 millones en 21 títulos nominados en moneda extranjera y bajo ley Nueva York, lo que vuelve a dejar al país en las manos de algún juez corvado del distrito sur de Manhattan.

El 25 de Abril del 2018, cuando en un solo día se fugaron U$S 1.225 millones de dólares gracias a la salida de los bancos extranjeros, la deuda pasó a manos de actores incluso más poderosos, como los fondos de inversión internacionales BlackRock y Fidelity, que llegaron de la mano de Toto Caputo. Estos fondos no tienen más función que comprar barato y vender caro, y son los reales dueños del mundo. BlackRock es el principal acreedor de la deuda de Estados Unidos y en conjunto poseen una participación significativa de al menos un 5% del capital en el 61% de las 205 firmas con mayor facturación del mundo, lo que les permite sentar un representante en el directorio de cada una ellas. BlackRock a su vez es accionista de los bancos más grandes del sistema financiero (Bank of America, JP Morgan, Citigroup, Wells Fargo, Goldman Sachs, Bank of New York Mellon y Morgan Stanley) y en Argentina es dueña del 5,2% de Pampa Energía, la empresa de Marcelo Mindlin, y posee inversiones en Globant, YPF, el Grupo Galicia y Telecom, entre otras.

Su negativa a aceptar la propuesta de reestructuración de la deuda que le presentó el Gobierno, avalada por el FMI y por más de 140 intelectuales del mundo, incluyendo premios Nobel de economía, coincidió con la espectacular suba del dólar paralelo, que no parece tener techo y que es tolerada por el gobierno. La presión sobre el tipo de cambio paralelo aumenta las tensiones con los dueños locales de los dólares, que retienen la liquidación de la cosecha desde Noviembre, esperando una devaluación mayor. A pesar de que las ventas de trigo del primer trimestre del 2020 son récord (6,16 millones de toneladas contra 4.42 millones del año pasado, un aumento del 40%) y la empresa Trenes Argentinos Cargas informó que transportó 1.661.677 toneladas, un 23 % más comparado con el primer cuatrimestre de 2019,  La Cámara de Exportadores de Cereales informó que el ingreso de dólares al país cayó un 17.8% respecto al mismo período del año anterior (U$S 6.000 milllones en 2019  contra U$S 5.000 millones en 2020), produciendo el milagro contable de vender más y cobrar menos. La cifra es aún más ridícula si se piensa que en el ínterin el dólar oficial creció un 65%, lo que hace virtualmente imposible que el ingreso de dólares haya disminuido.

La realidad es que la cosecha se vende en negro, con salida principal por los puertos privados del Paraná que no tienen ningún control del Estado. En un momento donde el país más necesita las divisas, con cosecha récord y un mundo comprando vorazmente alimentos, en el país donde tendrían que sobrar dólares, faltan.

El mismo presidente del Banco Central anunció que les dio capacidad prestable a los bancos privados por $460.000 millones, para que los vuelquen en créditos blandos a empresas en riesgo de quiebra por la pandemia, pero de ese total los bancos prestaron $217. 000 millones solo a 110.000 PYMES y el resto lo utilizaron para comprar dólares y fogonear su precio. Los nueve bancos privados más importantes del país monopolizan el comercio internacional, por lo cual tienen incentivos a aumentar el precio de dólar,  y a su vez son los encargados del manejo de la fuga mediante el llamado Contado con liqui. A esos enemigos naturales, el Estado argentino no solo no los controla, los financia.

El rediseño del Estado para ponerlo al servicio del capital transnacionalizado se basa en cuatro pilares: La ley de entidades financieras y la ley de inversión extranjera (ambas de la última dictadura militar), la independencia del Banco Central (independencia de los intereses del pueblo argentino, pero actitud servicial a las necesidades del capital internacional) y la privatización de servicios públicos esenciales, que de monopolios naturales en manos del Estado pasaron a engrosar los bolsillos de unos pocos, que coinciden con los que endeudaron y fugaron.

Cada vez queda más claro que la creciente concentración de la riqueza y el poder económico obstaculizan los intentos de desarrollo sostenible de la economía argentina y restringen la capacidad de concretar una reestructuración de deuda acorde a las necesidades y posibilidades del pueblo argentino. El país va acomodando su distribución de la renta a semejanza de la mundial, donde el 1% de la población concentra el 50% de la riqueza del planeta, es decir, la misma que el 99% restante. Prohibir las operaciones de contado con liquidación de la misma forma en que se le prohíbe a un ciudadano comprar más de U$S 200 por mes, prohibir la fuga de capital de la misma forma en que se prohíbe la libertad de circular o trabajar a la mayoría de los ciudadanos, controlar con una mísera balanza en cada puerto el volumen real de exportaciones del país y condicionar al sistema financiero para que utilice la riqueza de la nación en beneficio de sus ciudadanos son medidas básicas y elementales, pero por ahora impensables en un gobierno que ataca a los poderosos con la potencia de un eyaculador precoz.

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