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La Eva mitocondrial

Escrito por el 28 noviembre, 2017

Una nueva columna de Economía «Economía en Cartón: detrás del humo del choripan» con Leo Fusero, para El Bondi de la 88.

En 1992, dos nubes opacaban el sueño dorado
de Carlos Menem, su ¨ye-elección¨. La primera traba era la Constitución
Nacional, que prohibía la reelección del presidente. La segunda,
más difícil de vencer, era la ambición de su Vicepresidente Eduardo Duhalde de
sucederlo en el sillón de Rivadavia. La primera fue resuelta gracias al Pacto
de Olivos, gentil genuflexión del radicalismo a su amada carta magna. Despejó
el panorama tentando a Duhalde con la gobernación de la Provincia de Buenos
Aires, dotándolo de fondos frescos. La
Ley 24.073 le asignó el diez por ciento de la recaudación del
Impuesto a las Ganancias, que luego tuvo como tope 650 millones de pesos, y
bautizó esos dineros con el rimbombante nombre de Fondo de Reparación Histórica
del Conurbano Bonaerense.
Los años de devaluación e inflación no
modificaron el monto, que siguió congelado en los 650 millones originales,
cuando el 10 por ciento del impuesto a coparticipar llegaba a sumas cercanas a
60.000 millones. Vidal había anunciado que reclamaría judicialmente esa diferencia,
que, al no ser entregada a la provincia de Buenos Aires, era repartida entre
las demás gobernaciones provinciales siempre hambrientas de fondos. Su foto con
el presidente de la Corte Suprema
de Justicia Ricardo Lorenzetti, una semana antes de la reunión de Macri con los
gobernadores, emitía un claro mensaje. Si los gobernadores no estaban
dispuestos a devolverle el dinero, la
Corte lo haría por ellos. Al ver cierta la amenaza, los
gobernadores negociaron que sus senadores y diputados votarían los cambios que
fuesen necesarios en las legislaciones previsionales y laborales, a cambio de
que el Estado Nacional se comprometa a no restarles un peso a sus provincias. Como
era de preverse, los que pagarían la diferencia serían los jubilados, con la
llamada Reforma Previsional.
Con los gobernadores adentro, el proyecto de
ley que envió el Ejecutivo indica que el próximo aumento a jubilados será en
Marzo, calculado en base a la inflación del tercer trimestre de 2017. La
inflación de ese trimestre es conocida, 5,2%. De seguir la ley de Movilidad
Jubilatoria vigente, el aumento sería del 12 %. Con el cambio,  jubilados y niños pobres van a cobrar la
mitad del aumento que les hubiese correspondido con la ley que firmó la “yegua” que le “robaba la plata a los jubilados”. En números, la AUH aumentará en Marzo la
astronómica suma de $73 y la jubilación mínima $370. En Junio, el proyecto
indica que además de aumentar de acuerdo a la inflación, se les va a dar un
“plus” del 5% del aumento del PBI. Suponiendo que el INDEC indique que la
economía creció un 4%, a las AUH le corresponderán $ 2,84 de aumento y a las
jubilaciones unos $15. El ajuste golpea fuerte al sector, donde el 65% de los
jubilados cobran la jubilación mínima de $ 7.223, siendo que la Defensoría de la Tercera Edad indicó que la
canasta básica de un jubilado para vivir dignamente es de $ 17.323. Este nuevo
robo se suma a la quita de medicamentos gratis, suba de tarifas, y demás
beneficios que recibían antes de la revolución de la alegría que ampliamente
apoyaron en las urnas.
El monto del ahorro (o saqueo) que tiene en
mente el gobierno de Macri se calcula en 140 mil millones de pesos. La
necesidad urgente de caja del gobierno tiene origen en dos medidas que no forman
parte de la pesada herencia. Solo en 2016 dejó de percibir unos 76.500 millones
de pesos por la quita de las retenciones a las exportaciones del campo y la
minería, o sea la mitad del ahorro que intenta hacer sobre el estómago de
jubilados y niños pobres. Son ellos los que pagarán los ingresos extras que
tienen los sojeros y las mineras. Pero la madre del borrego son los intereses
de deuda. Según el presupuesto enviado al Congreso, solo en intereses, el
gobierno amarillo pagará 406 mil millones de pesos durante el 2018. Unos 1.100
millones por día, cifra suficiente para construir un hospital de alta
complejidad de once pisos totalmente equipado por día.
Si bien comprensible en la lógica Hood Robin
del gobierno, que le roba a los más pobres para darles a los más ricos, hay una
parte política de la jugada macrista que pasa desapercibida. Jubilados,
pensionados, las pensiones no contributivas, los beneficiarios de las
asignaciones familiares, los beneficiarios de la asignación universal por hijo,
que en conjunto suman unas 17 millones de las personas más pobres y vulnerables
del país, van a pagar la campaña presidencial de María Eugenia Vidal, a la que
la derecha y los dueños del país le asignan una función fundacional para la Nueva Argentina: librarla de
una vez por todas de todo vestigio de peronismo. La Eva mitocondrial, según la
genética humana, fue una mujer africana que, en la evolución humana,
correspondería al ancestro común más reciente femenino que poseía las
mitocondrias de las cuales descienden todas la población humana actual. Todos descendemos
de ella. Los dueños del país ven en Vidal a la Eva de la nueva genética política argentina,
cromosómicamente pura de peronismo, ese gen maldito que nunca les permitió
disfrutar del país estancia sin pagar impuestos o espoliar trabajadores en negro.
Gracias a esos fondos podrá hacer la gestión cosmética macrista, consistente en
luces led, forestación de escaso buen gusto y videos por redes sociales que
abundan en besos, sonrisas y abrazos, mientras fugan capitales hacia Bahamas o
Panamá, donde el grueso del equipo presidencial tiene bien resguardados sus
dineros.

El 6 de Noviembre del 2015, antes de las
elecciones, sentado de espaldas a la quebrada, en la coqueta hostería Manantial
del Silencio, en Purmamarca, junto a Gerardo Morales, Mauricio Macri prometió
el 82% móvil para los jubilados. A nadie extraña que el autor de “Los
trabajadores no van a pagar impuesto a las Ganancias” o “Tenemos como objetivo
económico lograr una Argentina con pobreza cero”
haya incumplido. De las 265 promesas de campaña, Macri cumplió
siete. 

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